El lujo de la ausencia

El último barómetro de opinión del Centro de Estudios Andaluces (Centra), hecho público la semana pasada, pronostica que de celebrarse ahora elecciones autonómicas el PP de Juanma Moreno revalidaría su mayoría absoluta, aunque con menos apoyo. Nada que deba sorprender: la situación política andaluza transcurre por la estabilidad y la lejanía de la convocatoria electoral resta trascendencia a los datos. Además, conviene tener en cuenta que el Centra es un organismo oficial, adscrito a la Consejería de la Presidencia, y en toda la encuesta se puede rastrear el sesgo oficialista. Sin embargo, hay una circunstancia en la encuesta andaluza que no pasa desapercibida: la atonía que ofrece el PSOE que repetiría los malos datos de 2022 y que por lo tanto sigue sin ser percibido por los andaluces como una alternativa viable de gobierno. Echar la culpa de ello a Pedro Sánchez y las políticas que se imponen desde la Moncloa es quedarse con sólo una parte pequeña del diagnóstico, como se demostró en las elecciones generales del pasado 23 de julio. El PSOE tiene también en Andalucía un problema cuya responsabilidad compete en exclusiva a los órganos regionales de dirección. La base de ese problema está en la pérdida de conexión con una parte importante de la ciudadanía cuyos votos los mantuvo en el poder durante casi cuatro décadas. Los socialistas andaluces han perdido la voz o, por lo menos, los mecanismos necesarios para que esa voz se haga oír. Ante las grandes cuestiones regionales, desde la sequía a las evidentes carencias de la sanidad, ofrecen un encefalograma plano y ante los temas nacionales ya no se percibe el criterio y el discurso propio que siempre caracterizó al PSOE andaluz. La amnistía es un ejemplo palmario. Los socialistas andaluces están obligados a hacer una profunda reflexión. Son más necesarios que nunca como fuerza de oposición a la mayoría absoluta del PP. Ni mirando a San Telmo ni a la Moncloa se pueden permitir el lujo de la ausencia.