El aburrimiento y la falta de educación son las dos únicas motivaciones que pudieron mover a quienes se han dedicado en los últimos días a pintar de rojo la estatua de Manolete, tanto en la representación del torero como en los dos caballos que lo acompañan frente a la iglesia de Santa Marina. La verdad es que es una lástima, además de una vergüenza, que enanos mentales de semejante calibre campen a sus anchas por las calles de Córdoba. Esperemos que la Policía no tarde en dar con ellos.
Comentar
0 Comentarios
Más comentarios