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La tradición de la trashumancia no tiene los días contados, al menos en Córdoba, gracias al trabajo, al tesón y, también, a la necesidad de ganadores como Felipe Molina, que cada mes de julio llega hasta la capital cordobesa con sus más de 1.400 ovejas de la finca Las Albaidas a primera hora de la mañana de un sábado con destino a Guadalcázar, donde estarán hasta el otoño, que será cuando regresen a la capital. Una estampa de vital importancia en pleno debate sobre la ingesta de carne, que pone en valor el trabajo por la viabilidad de la ganadería sostenible y la necesidad de que la trashumancia siga perviviendo en nuestra tierra.
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