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AHÍ sigue, varado en la península de Miraflores cual torpe ballena entre un mar de jaramagos y cardos secos. El Centro Cordobés de Creación Contemporánea (C4) -perdón, ahora se llama Centro de Creación Contemporánea de Andalucía- es ese edificio raro visible desde el puente de El Arenal, no especialmente bello -gana puntos iluminado-, aunque sin despertar la sorna de los cordobeses, como sí lo hicieron en su momento el puente de Miraflores o el hotel Eurostars Palace -en esta ciudad gusta poco el óxido-, lo que ya es un logro.
El C4 forma parte de la silueta de la ciudad. A veces incómodo -depende del ángulo desde donde se contemple, tapa la figura de la Mezquita-, casi siempre esquivo con esa blancura de calle antigua que lo envuelve, acomodado a un terreno condenado a esperar los proyectos imposibles. Aunque el C4, desde luego, no correrá la suerte del Palacio de Miraflores, proyecto maldito donde los haya. El C4 es ya un proyecto tangible, modelado para una Capitalidad Cultural que no llegará. Está ahí, lo vemos camino de la Feria, del mercadillo dominical de El Arenal, es esa mole blanca que el autobús deja atrás en el trayecto al Arcángel sin saber muy bien qué es.
El consejero de Cultura, Luciano Alonso, ha intentado desvelar esta semana para qué servirá el C4, aunque sus palabras sólo han añadido un poco más de intriga a un edificio que parece encerrar entre sus celosías un misterio de difícil de resolución y cuya fecha de apertura se atrasa ya a finales del año 2015. Sede de másters y lugar para exposiciones temporales; laboratorio de creación para todas las facetas posibles y no sólo para las tradicionalmente asociadas al arte, como por ejemplo la gastronómica; punto de encuentro para la transferencia de conocimientos entre las universidades andaluzas, las empresas y el propio centro; oficina de atención para las demandas de las industrias culturales. Y luego están los usos del pasado. Espacio para el trabajo de los artistas, caja negra multidisciplinar, laboratorio de ideas vanguardistas, lugar para el anidamiento de gorriones y golondrinas.
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