Tribuna de opinión

Juan Luis Selma

El sentido de la tentación

En no pocas ocasiones nos quedamos en las apariencias, en el brillo, sin indagar en la verdad de lo que nos atrae, en las consecuencias de lo que estamos haciendo Otro modo de ser justos

Manzanas, la conocida como fruta de la tentación.

Manzanas, la conocida como fruta de la tentación.

Lo ideal sería que fuéramos firmes, decididos, enteros, infalibles, etc. Pero la realidad va por otro lado; vemos que, por una parte, con mucha facilidad fallamos y, por otra, cómo nos defraudan los que queremos. ¿Por qué pasa esto? ¿Acaso no somos perfectos? ¿Cómo es posible que esa persona en la que tenía puestas tantas expectativas me ha defraudado? ¿Cómo se explica que en esa prestigiosa institución no era oro todo lo que brillaba? Es importante dar respuesta a estos interrogantes.

El relato del Génesis, que hoy leemos, nos puede dar luces. Nos habla de la primera prueba a la que fue sometida la humanidad: podían tomar de los frutos de todos los árboles menos de uno. Por instigación de la serpiente -el demonio-, decidimos usar la libertad para apartarnos del Creador. No nos conformamos con los cientos de frutas sabrosas que teníamos a nuestra disposición, quisimos estar por encima de toda norma y mandato, optamos por la dichosa manzana. El hombre, desde su origen, no superó la prueba de la confianza en Dios, no quiso utilizar su libertad para obedecerle. A la primera oportunidad metió la pata; se estrelló nada más sacar el carnet y coger el volante del flamante coche nuevo.

En caso de haber superado positivamente el tanteo, nuestra situación sería muy distinta. Tendríamos armonía interior, nos llevaríamos bien con la naturaleza, acertaríamos en nuestras decisiones, no seríamos tan débiles, la convivencia con los nuestros sería siempre pacífica y agradable. Pero fuimos expulsados del Paraíso y heredamos el famoso pecado original, que no es ningún cuento. No hace falta ser muy perspicaz para verlo en nuestra vida, en el mundo.

En las ganaderías de toros bravos, la tienta es una labor imprescindible para ver la bravura y la resistencia de las reses. La respuesta del animal indica al ganadero las cualidades del becerro, cómo se comportará en la plaza. Un agricultor siembra semillas, plantas probadas, resistentes a las plagas, a la climatología, de buena producción. El proceso de probar, verificar, tantear, contrastar, es habitual y normal. Tiene su sentido y utilidad. Ayuda a sacar lo mejor de uno, a elegir lo más conveniente.

El ser tentado o el que nos tienten muchas cosas es lo más normal del mundo. Tentar también tiene el sentido de atracción y hay multitud de realidades muy apetecibles. Lo interesante es que sepamos elegir lo que nos conviene, lo realmente bueno para nosotros. Nos solemos equivocar a la hora de elegir. Falla la capacidad de juicio. En no pocas ocasiones nos quedamos en las apariencias, en el brillo, sin indagar en la verdad de lo que nos atrae, en las consecuencias de lo que estamos haciendo.

También podemos tener debilitada la voluntad. Sabemos que algo no nos conviene, no es bueno para nosotros, pero no tenemos fuerza para rechazarlo. En ocasiones nos gustaría comportarnos de un modo concreto, pero el esfuerzo para alcanzarlo nos desanima. No podemos dejarnos llevar por los prontos, por los sentimientos, solamente por los gustos.

El otro domingo estaba celebrando la misa y, de pronto, el coro me hizo una pifia. Me asombró mi reacción interna, el cuerpo me pedía llamarles la atención, me sentí puenteado… Menos mal que pensé que, en esos momentos, era Cristo. Debía comportarme como Él lo haría. Me aguanté y procuré seguir la misa con piedad y mucha atención. Después, pasado el calentón, agradecí al Señor que me hubiera ayudado a reaccionar así, a poder celebrar más unido a Él. Salí fortalecido de la tienta.

“En aquel tiempo, Jesús fue llevado al desierto por el Espíritu para ser tentado por el diablo. Y después de ayunar cuarenta días con sus cuarenta noches, al fin sintió hambre. El tentador se le acercó y le dijo: -Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes-. Pero él le contestó: -Está escrito: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios-. Jesús, nuestro maestro, también quiso pasar por la tentación.

Si todo en nuestra vida transcurre tranquila y plácidamente, si no encontramos obstáculos, si todo nos viene hecho, tendremos un problema. No creceremos, no sabremos sacar lo mejor de lo nuestro, no avanzaremos. Las dificultades, las tentaciones, los estorbos tienen su valor. Nos hacen fuertes, prueban nuestra valía, acrisolan el amor. Un edificio no se mantiene en pie sin unos buenos fundamentos, sin una pesada estructura.

Nos dice el Papa en el mensaje de Cuaresma: “La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos… Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña”.

Superemos las pruebas del amor decidiendo querer querer, así saldremos fortalecidos, más enamorados.

Tags

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios