Mensaje en la botella

La segunda puerta

Lo mejor sería que las partes encontraran una solución y no se dañe la imagen de la ciudad

La polémica sobre la segunda puerta de la Mezquita-Catedral para que entren y salgan las cofradías ha resurgido de nuevo -algunos la tenían casi olvidada- después de que el Tribunal Supremo (TS) haya acordado en una providencia la "inadmisión a trámite" de los recursos de casación interpuestos por la Junta de Andalucía y la Agrupación de Hermandades y Cofradías de Córdoba, con lo que se confirma la sentencia del juzgado cordobés, luego ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que obliga a reponer la celosía retirada en 2017 para abrir este espacio.

A partir de ahí, como es lógico, se han ido sucediendo las reacciones a esta decisión, desde la de la Junta de Andalucía hasta la del propio Cabildo Catedral, el alcalde y algún grupo de la oposición en Capitulares, más concretamente Izquierda Unida. Falta solo, por ahora, la versión de la Agrupación de Cofradías, cuyos responsables algo tendrán que decir cuando vuelvan de vacaciones.

Pero más allá de los argumentos de unos y de otros, la reflexión que un servidor hace con este asunto es qué imagen podemos ofrecer desde Córdoba. Quiero pensar que en otras ciudades que también cuentan con un monumento similar a la Mezquita-Catedral -salvando las distancias-, llámense Santiago de Compostela o Granada, por citar algunos ejemplos, también tendrán sus problemas y discusiones a cuenta de la Catedral del Apóstol o de la Alhambra, pero que se quedan en eso, en debates muy locales y que apenas trascienden a otros niveles. Aquí no tenemos esa suerte.

El problema viene ahora, porque esta resolución judicial abre algunos interrogantes que, si no se gestionan adecuadamente, volverán a abrir el filón del enfrentamiento. La carrera oficial de la Semana Santa de Córdoba se trasladó al entorno de la Mezquita-Catedral para que las cofradías pudieran desfilar por el templo sin alterar el normal desarrollo de las procesiones. Si hay que reponer la celosía, las hermandades ya dejaron claro que sin ese segundo acceso el cambio de los recorridos carecía de sentido.

Lo de mediar -el alcalde se ha ofrecido- con la familia De La-Hoz para encontrar una salida, más bien parece un gesto de cara a la galería que otra cosa, ya que se tendría que explicar con claridad a qué acuerdo se puede llegar sin atender lo que dicen los tribunales, es decir, que se reponga la celosía cuanto antes.

Pase lo que pase, lo mejor sería que las partes se sentaran en una mesa y analizaran qué posibilidades existen para contentar a todos y dañar lo menos posible la imagen de la ciudad. Porque si empezamos a ver todo esto como un triunfo de unos sobre otros, con bandos de vencedores y vencidos, volveremos a lo de siempre, a ningún sitio. Para eso, mejor nos estamos quietos. O como dice el dicho popular, "cogemos la puerta y nos vamos".

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