Tribuna de opinión

Juan Luis Selma

Salir de nuestra zona de confort

Las grandes decisiones de nuestra vida siempre cuentan con el riesgo, pero debemos arriesgar El sentido de la tentación

Bilbo y Frodo, de ‘El Señor de los Anillos’.

Bilbo y Frodo, de ‘El Señor de los Anillos’. / El Día

Acabo de disfrutar otra vez viendo El Señor de los Anillos, película y libro que deberíamos repasar muchas veces. Esta vez me he fijado en la escena final en la que Bilbo y Frodo se embarcan en el último navío de los elfos que abandona la Tierra Media. Frodo se despide de sus amigos diciendo que la Comarca, que acaba de liberar en su titánica aventura, no la va a disfrutar él, la gozarán ellos. Dice: “Intenté salvar la Comarca y la he salvado; pero no para mí. Así suele ocurrir, Sam, cuando las cosas están en peligro: alguien tiene que renunciar a ellas, perderlas, para que otros las conserven”.

La literatura, el arte, el cine nos relatan las hazañas de grandes héroes. Personajes eminentes que encarnan los grandes valores de su cultura. Tienen unas cualidades que les permiten realizar gestas en favor de los demás. Al héroe se opone el villano y, es curioso, que etimológicamente esta palabra proviene del que está en la villa. El héroe sale a la aventura y el villano se queda en su confort. Hoy, en la vida real, hay pocos héroes y heroínas. Nadie aspira a serlo, nos conformamos con un perfil bajo, con un status quo tranquilo, cómodo. Hemos perdido la capacidad de asombro, de aventura, de rebeldía.

No creo que muchos estén a gusto con la situación actual, pero muy pocos están dispuestos a mover un solo dedo para cambiarla. Como mucho, esperamos en las próximas elecciones para ver si cambian las cosas. Dejamos nuestra responsabilidad en mano de los políticos, cuando sabemos que es la sociedad civil la única que es capaz de lograr los cambios necesarios.

La caricatura del villano es la del personaje malvado que, con malas mañas, se opone al héroe. No quiero clasificar a la gente entre héroes y villanos. Seguramente habrá posiciones intermedias, matices, pero ahí está la disyuntiva.

Leemos hoy el siguiente pasaje del Génesis: “En aquellos días, el Señor dijo a Abraham: Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré”. Una aventura, la de dejarlo todo, para buscar la Tierra Prometida, para crecer como individuo y pueblo. Pensamos que no todos están llamados a las grandes gestas, que para ello hay que tener madera de héroe y no la tenemos.

Dice el Papa: “Reconozcamos nuestra fragilidad, pero dejemos que Jesús la tome con sus manos y nos lance a la misión. Somos frágiles, pero portadores de un tesoro que nos hace grandes y que puede hacer más buenos y felices a quienes lo reciban”. Valemos mucho más de lo que creemos. La madera del héroe y la del villano son muy parecidas. La diferencia está en el ánimo, en la fe. A Abraham le llamamos nuestro padre en la fe. Todos somos hijos de Dios. Hay un gran potencial en nuestro corazón cuando está enamorado.

Volviendo a El Señor de los Anillos, son los hobbits, los medianos, los amantes de la tranquilidad, de la buena vida y de la familia los únicos que pueden destruir el mal. Pero hay que arriesgar, salir de nuestras seguridades y comodidades. Cuando damos sentido a nuestro trabajo bien hecho, contamos con el poder de la oración, procuramos hacer felices a los demás; cuando nos atrevemos a soñar y vencemos la comodidad y rutina; cuando estamos atentos a las necesidades del mundo y procuramos poner de nuestra parte; cuando no nos limitamos a culpar a otro y vemos qué más puedo hacer yo, mejoramos la sociedad.

Subir, mirar hacia arriba, adelante. No quedarnos en estériles lamentos. Dice el Evangelio que Jesús “subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos… y Pedro dijo: Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí!”. Dios siempre paga nuestro esfuerzo por subir, cambiar, servir, convertirnos, con una gran alegría.

Es lógico que tengamos miedo, reparo a complicarnos la vida. Inseguridad ante lo nuevo y desconocido, ante lo que parece que nos supera, o se nos escapa de las manos. Pero este miedo debe ser transitorio. Sería un error dejarnos paralizar por él, por el qué dirán los demás. Las grandes decisiones y proyectos de nuestra vida siempre cuentan con el riesgo, con la incertidumbre. Pero tras una reflexión serena debemos arriesgar, dar un paso adelante.

Nos pueden dar seguridad, animarnos a aportar a la sociedad la modernidad que necesita las palabras de los obispos españoles en su reciente documento: “La fe en Dios nos abre a la esperanza ante dificultades, fracasos y ante la misma muerte. La acogida por la fe del Dios Amor hace posible una nueva forma de amar más allá de los límites de la posesión y la correspondencia. Nos ayuda a descubrir el significado del afecto que atrae al corazón que descubre la belleza de la realidad y experimenta su atractivo”.

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