Re-Conquest

15 de julio 2025 - 03:08

Cuánto admiro las tres leyes de la política de Robert Conquest. Dan unas sencillas orientaciones para juzgar la cosa pública, que resultan esenciales. Apliquémoslas hoy a los conflictos con la inmigración en Torre Pacheco y otros lugares de España.

La primera ley reza: “Todo el mundo es conservador en aquello que conoce de primera mano”. Véanse los vecinos: aseguran ante las cámaras que no son racistas –en absoluto–, ni fascistas ni nada; pero, claro, tampoco pueden vivir ya en sus pueblos. Inseguridad, palizas arbitrarias, acosos, miedos, etc. Desde los barrios residenciales de las grandes ciudades, tras un cinturón de seguridad pública y privada, todavía se puede ser socialdemócrata y globalista.

La segunda ley resulta menos intuitiva: “Toda organización que no es explícitamente de derechas acaba volviéndose de izquierdas tarde o temprano”. ¿Cómo es posible que el Partido Popular se haya lanzado “con un corazón asín de ancho” (Juanma Moreno dixit) a meter inmigrantes a mansalva como si fuesen “tan españoles como Abascal” (Ayuso dixit)? Conquest lo aclara: tanto insistir en que ellos son de centro centrado, moderados, y tolerantes les ha incapacitado para oponerse a la política de izquierdas. Quien no asume que está maldito para el pensamiento progre acaba actuando más por su aprobación que por la de sus bases. Según una encuesta de El Mundo de ayer, el 91,7 % de los votantes del PP comparten las medidas de Vox sobre inmigración.

La tercera ley aplica al PSOE en el Gobierno. Dice: “La explicación más sencilla del funcionamiento de cualquier organización burocrática es pensar que la dirige una camarilla de sus enemigos”. ¿Qué motivo racional puede haber detrás de tanto descontrol migratorio? ¿Pensaban que los emigrantes votarían izquierdas? Quizá al principio, luego no. ¿Le hacían el juego –¡el PSOE y Sumar!– al gran capital que quiere mano de obra barata? Sea por lo que fuese, el 57,1% de los votantes del PSOE están de acuerdo con la repatriación de los ilegales. El PSOE, postulándose como promotor de la inmigración, está perdiendo algunos de sus más importantes viveros de votos. Las personas que sufren de primera mano los problemas laborales y de convivencia son las clases más populares y trabajadoras, que se vuelven (volvamos a la primera ley) muy conservadoras.

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