La vuelta olímpica

Francisco / Merino

El problema es nuestro

DESPUÉS de cantidades industriales de páginas de periódico, de horas de radio y televisión, de sms, tweets, posts... Nada. La batalla de la venta se detiene. Vuelta a los cuarteles. Recuento de bajas y a resistir en la trinchera para recuperar el resuello... y volver a salir al frente.

Al Córdoba se le habrá podido acusar en algunos momentos de falta de transparencia, de candidez supina o de oportunismo barato, pero pocas veces de ser poco sincero. Quizá lo ha sido demasiado y eso le ha reportado consecuencias no siempre positivas: si expones públicamente tu vulnerabilidad puedes reforzar la comprensión y el cariño de tus seguidores, pero también provocar las apetencias de quienes pueden aprovecharse de ella. Y pueden hacerlo con una amable sonrisa o con tono arisco, vestidos de Armani o de El Corte Inglés. Aquí le han querido cambiar los muebles al piso sin haber pagado ni siquiera la señal. Bueno sería que todo el mundo se detuviera al menos un momento a reflexionar sobre lo que ha ocurrido antes de ponerse a carburar para encauzar de la mejor manera lo que va a ocurrir. La entidad está en una situación crítica. Lo que hace unos meses era imposible -que Prasa siguiera al timón- se presenta ahora como la única opción.

¿Seguro que el Córdoba no ha sacado nada de todo esto? La entidad se ha reafirmado en sus señas de identidad, lo que quizá pueda ser interpretado como una solemne estupidez para quienes ven sólo la cuenta de resultados pero que resulta de una rentabilidad brutal en un negocio que se mueve con sentimientos. Pobre y orgulloso. Su enorme problema es su gran patrimonio.

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