Los pies del gato

ahora lo que prolifera y parece importar es lo que unos y otros opinan sobre las cosas y no las cosas en sí

Hablando del gato, en verdad desconocemos qué hemos de buscarle si el tercer o quinto pie porque opiniones las hay para las dos alternativas. Porque el debate o la discusión sobre este punto no está nada claro. El propio Cervantes, en El Quijote, se inclina por la opción de los tres mientras otros autores entienden que de lo que se trata es de saber si a la cola se le puede calificar de pata. Por otra parte, buscarle pies al gato ya se sabe lo que significa: tentar la paciencia a alguno o, también, tratar de probar lo imposible mediante sofismas, que son razonamientos engañosos y embusteros. Es decir, enredar más allá de lo que en principio es razonable porque, aunque un poco de embrollo puede parecer tolerable y hasta, en ocasiones, simpático, pasarse de la raya de lo sensato ya no está bien.

Y es que, aunque parezca mentira, discusiones como ésta del gato, tan trascendente y definitiva para el porvenir de la Humanidad, simbólicamente, andan por todos los medios de comunicación como si fueran lo más interesante para nuestra cultura y nuestra formación. No está claro cómo se ha producido, pero, mientras que antes lo que estaba en el disputa de la plaza pública eran las noticias, lo que ocurría, ahora lo que prolifera y parece importar es lo que unos y otros opinan sobre las cosas y los acontecimientos y no las cosas en sí y lo que ocurre en la realidad. Y es que, metidos en el berenjenal de hablar y hablar, por lo general no diciendo absolutamente nada y en otras ocasiones tergiversando a su favor lo acontecido o lo pretendido, pasa como en aquella anécdota del que iba por la calle preguntando a los peatones: "¿Oiga, es Vd. una persona cuerda?" y si alguien, seguro de sí mismo, contestaba que sí, le insistía: "¿puede usted demostrarlo documentalmente?" y, al no poder hacerlo (nadie va por la calle con el certificado de listo y sabio), el protagonista exhibía triunfante su propio certificado de alta en un manicomio, en el que había estado ingresado. Y es que muchas de las cosas que decimos son puras construcciones verbales que nada añaden a nuestro conocimiento de lo que ocurre en el mundo. Hablar por hablar,

Tres o cinco patas del gato, como se ha dicho al principio, sigue sin estar del todo claro. Pero por hablar y discutir sobre el vacío, que no quede. Que no falte el alimento anímico que a fin de cuentas es lo que parece nos deja tranquilos. Y casi felices.

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