La ciudad y los días
Carlos Colón
Yo vi nacer a B. B.
Las palabras importan. En no pocas ocasiones, decimos decir lo que no queríamos haber dicho. En otras, no haber dicho lo que queríamos decir. Y las maltratamos cuando por soberbia, por desmemoria o por vergüenza, las traicionamos así: por decirlas sin razón, por no decirlas cuando sí.
Los años se van cuando cuelga el 31 de diciembre en el almanaque. (Nota para curiosos: el almanaque es uno de los pocos supervivientes de la inmersión digital; aún muchas cocinas tienen colgado uno, habitualmente hortera, más o menos cerca del frigo; no es científico el dato, pero es más común de lo que parece. Señal). Pues también tienen palabras que lo describen. No sé si lo definen, lo celebran o lo destrozan, pero tienen palabras. He repasado las mías. Por orden cronológico y sin ánimo exhaustivo, pero con vocación de completo.
Espiral. Hay veces que no mandas. Te mandan. No me refiero a personas, que también, sino a los acontecimientos. Y te envuelve. Las espirales, como todo, son neutras. Ni buenas ni malas. Pero te conducen. No las conduces, salvo que tomes la decisión de salir de la espiral. Si no sales, la espiral te arroja. Y puedes caer bien o caer mal. Caí mal.
Recuperación. Los golpes se atajan siempre. No es una cuestión de voluntad. Es que no se puede evitar. Y tras la paliza toca recuperar. Lo ideal es tener un plan trazado antes, pero honestamente creo que nadie lo tiene, aunque se diga. El tema es que, desde la lona, nada. Arriba y a sudar.
Fin. De liberación y desahogo, aunque te prive y apriete. Libre, digo, de tonterías.
Compañero. En este mundo y en cualquier otro. En todo sentido: el que importa, al costado del de al lado; decepcionado, por encontrar miedos en algunos, que no han dicho fin; espoleado, por encontrar otros, que estaban esperando. En tu sitio.
Un hatillo de soledad inmediata, insistencia repetida y vértigo ambicioso que duran y enseñan.
Mamá.
Vida. La que sumo otro fin de año nuevo, sin discriminar bueno o malo, porque todo cuenta. Y todo te cuenta. Se acaba éste, con su mucha sombra y su poquita de luz. A por el otro. Yo estaré aquí. Palabra.
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