Los nuevos indignados

Este sector primario también es modesto, trabaja, lo pasa mal, y reside en pueblos y barriadas de las periferias

Con esa simpleza que les caracteriza, Pedro Sánchez y sus ministros ya han calificado a los transportistas en huelga: son de ultraderecha. En este país, las ideologías políticas se dividen en dos: la izquierda y la ultraderecha. La izquierda son los progresistas buenos y la ultraderecha son los fachas malos. No se contempla que igual que existe la extrema derecha también la extrema izquierda, con la que ha pactado el PSOE y les ha cedido cinco carteras de ministros y ministras. Tampoco se contempla que existe el centro, el centro derecha y la derecha democrática. Porque también dicen que la derecha española no es como la europea, que al parecer es una derecha que les parece de izquierda. Pero estas paparruchas cada vez les sirven para menos, como se vio en Castilla y León. Y como se está viendo en las carreteras y supermercados de España con los nuevos indignados.

Los nuevos indignados son los autónomos, los transportistas, los agricultores, los ganaderos, los pescadores… Y muchos más. Pero sobre todo el sector primario, que a diferencia de las empresas industriales no es controlado por los sindicatos llamados de clase obrera. Sin embargo, este sector primario también es modesto, trabaja, lo pasa mal, y reside en pueblos y barriadas de las periferias. Es decir, que no son ricos, ni grandes terratenientes, ni empresarios de Forbes, ni nada de eso.

La huelga de camiones la convocó una plataforma en teoría minoritaria, y no tenía apoyo de las grandes empresas del sector. Pero han conseguido desabastecer muchos supermercados de productos que el consumidor no encuentra. A eso se suma que los agricultores están desesperados y se manifiestan hoy, que los ganaderos no envasan tanta leche y que algunos pescadores han amarrado sus barcos.

Es verdad que en Francia y otros países los nuevos indignados rurales votan a la extrema derecha. Y que, en España, una parte son votantes de Vox. Pero decir que son piquetes ultras es un ejemplo de hipocresía. Porque en otras huelgas industriales también hay piquetes. Y en ningún caso están justificados. O sea, en ninguno: ni en este, ni en otros, asimismo violentos, donde sí los jalean ellos mismos con un megáfono.

El principal culpable es el Gobierno de Sánchez, por aplazar hasta el día 29 la bajada de impuestos, mientras siguen forrándose con lo que recaudan a costa de los pobres. Si eso es ser de izquierda, pues ya ven lo que se está montando.

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