La normalidad era esto

Quedó ya atrás el llamado ‘Blue Monday’, el tercer lunes de enero, el supuesto día más triste y ceniciento del año

El año enhebra sus días con litúrgica rutina. Muchos queríamos esto mismo, que acabara de una vez el empalago navideño y regresara el tiempo medido. ¿Y ahora qué? Han bastado pocos días de normalidad extrema para comprobar que la rutina también nos acarrea un indefinido pesar. Nos atacan miasmas y virus respiratorios. Amanece con dolorosa tardanza y se queja con razón Jesús Vigorra en la radio. A los dos días el gimnasio al que volvemos cobra la forma mostrenca de un lugar de tenebrosa expiación. Las contracturas llegan también a regiones insospechadas. Un amigo me dice que le ha salido un caucu de Iowa en la coronilla mientras hacía la elíptica con fruición sin dejar de ver en la tablet las noticias made in Trump. Muchos cumplimos años avanzado enero. De lo que se deduce que los nacidos en Sevilla fuimos concebidos hacia abril, quién sabe si tal vez en días de farolillos (nunca lo pregunté, por cierto). Encanecemos bajo el signo de Acuario. Pasan, sin más, los días que llaman del tiempo ordinario. Justo el día después de Reyes, El Amor empezó a expedir ya sus papeletas de sitio para acompañar en Semana Santa al crucificado del simbólico pelícano. Quedó ya atrás el llamado Blue Monday, el tercer lunes de enero, el supuesto día más triste y ceniciento del año. Los compromisos anotados el 1 de enero nos enseñan que cada año somos aún más falibles. Pero al lunes tristísimo le ha seguido ayer, martes, el Día Internacional de la Croqueta, porque no hay día sin celebración y no hay semana que no traiga su gozo pasajero. Por eso hoy miércoles es el día de nuestro común albacea, San Antón, eremita y patrón de los animales. Todos somos animales, animales de costumbres, igual o más que nuestros queridos perros, a los que abrazamos con equívoca ternura como si fueran extensiones de personas, creándoles ansiedad, como nos advierten los etólogos. Los días del tiempo ordinario seguirán y mañana mismo, a rebufo de San Antón, será el Día Mundial de Winnie The Pooh, ese osito de color amarillo y chaleco rojo creado por Alan Alexander Milne, que se atiborra de miel y vive dentro de un árbol (todo animalito creado por el protestantismo anglosajón me parece de raíz tenebrosa). El viernes será el Día Mundial de las Palomitas de Maíz. El sábado, festividad de San Sebastián, será también el Día de la Concienciación por los Pingüinos. El domingo, Santa Inés, celebraremos el Día Mundial de la Nieve y también, pobres perros, el Día Internacional del Abrazo. El tiempo nos dará su abrazo del oso y no será precisamente el de Winnie The Pooh. En fin, la normalidad era esto.

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