Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Pero sí soy de Juanma Moreno, en Andalucía; de Salvador Fuentes, en la provincia de Córdoba; y de José María Bellido, en la ciudad de Córdoba. Temporalmente, entre una elección y otra, si son dignos de mi confianza o si, por el contrario, los despacho. Lo hago desde mi posición ideológica, que es la socialdemócrata, ninguna forofista militante y, menos aún, acrítica y entreguista, penosamente acaudillada por cualquier Peter de la vida. ¿Sé que no son socialdemócratas? Claro. Pero practican políticas centrales para mayorías y apoyarles no me resta ideología; visto el patio y contrastadas evidencias en sus gobiernos, disfruto alguna conquista real, en vez de presumir de que somos los que hacemos conquistas, lo cual era cierto, pero lo están peinando, lo cual también, a pesar de merecer un corte al cero.
Esto levantará ampollas. El sanchismo regio, boqueando en su ciénaga, me dará fuerte y flojo. Redefinirán mi posición declarada, que es estrictamente eso, mía, y me dirán que socialdemócrata ni de coña; que soy un facha redomado (yo ya lo advertí, por cierto); que soy cómplice de la ultraderecha montaraz (que también lo he dicho, más que ultraderecha, ultracatetos); que soy un sionista genocida (sionista, es probable, genocida, en absoluto; nada equidistante entre el terrorismo de Hamás y el Estado de Israel, sin duda) y no sé qué más lindezas. Espacios comunes y palabrería. No soy de ellos y sí de estos porque ellos me juzgan y se arrogan la competencia de dar y quitar carnets de izquierdas, feministas, ecologistas, patriotas y hasta marsupiales. Ellos se quedan con la máquina de dar y quitar carnets y así les va. Estos no me juzgan. Saben que los juzgo yo y se curran que mi juicio, y el de los demás, sea positivo. Parecen tener claro que están de alquiler y que nosotros somos los caseros.
Moreno, Fuentes y Bellido representan bastante bien lo que quiero yo: moderación y avance cierto (o cierto avance, por lo menos). Me permiten votar a favor, no en contra, y eso, ahora, es bastante. Y, además, me caen bien, qué carajo. ¿Cuántos más?
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