Moreno no ha de perder su centro

12 de octubre 2025 - 03:11

La crisis sanitaria obliga Moreno a ser más sencillo y fiel a su tono que nunca, a escuchar y a poner los medios para recuperar la sanidad pública. De lo contrario se equivocará. Y que no se confunda la izquierda, si no controla los decibelios, será el partido de Abascal el que recoja más frutos del caudal de indignación. Esta crisis no puede ser más transversal. Pero por muy intenso que sea el vendaval, por más que le soplen al oído, Moreno no ha de perder su centro, dejándose arrastrar al barro. Si se escora a la derecha, perderá la base que le permite gobernar a sus anchas, igual que le pasaría a Illa en Cataluña, si asumiera el giro tan radical de Sánchez a la izquierda. Que le pregunten a Feijóo qué dicen los sondeos desde que fue abducido por el campo magnético de la corte.

Moreno no ha de olvidar por qué ganó. Y lo hizo sin elevar el tono para triunfar en los debates y en la calle. Andalucía es hoy algo más conservadora, pero sin pasarse. Si gestiona sin complejos y desde la humildad y gesticula lo justo, tendrá mucho ganado. Tras siete años en el poder, no le funcionará la maniobra para señalar a Montero como responsable de los fallos en la detección precoz del cáncer. El PSOE ya pagó por su crisis sanitaria. Y aunque las denuncias vengan de lejos, es ahora cuando arrecian y lo que queda. Hasta tres de sus consejeros pudieron subsanar los graves errores, empezando por lo obvio: los oncólogos y radiólogos no dan abasto. Si Moreno optó el primer día por pedir perdón y depurar responsabilidades, hizo bien en tirar hacia delante sin excusas y pensar en otro perfil amable y sólido, que encarne el modelo que quiere impulsar, para sustituir a la consejera. Con su cese, el presidente se desmarca de su partido, empeñado en proteger a Mazón, y del resto de formaciones. No le será sencillo fichar a alguien porque los mejores ya no dan el salto a la política, salvo por puro ego y placer. Moreno recordó en su comparecencia al presidente de la pandemia y acertó de pleno. Cuando el debate se instala en la bronca se le ve incómodo y el empobrecimiento de la última sesión en el Parlamento no pudo ser más desazonador. Como se suele decir, el que se aflige se afloja. Y el rol que le funciona, por mucho que la polarización invite a abandonar el centro, es el de un señor equilibrado y conservador, sin nada que ver con los ultras, un buen liberal. Si no se mantiene leal a su estilo y confía en su personaje, todo será teatro.

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