Es un problema que se repite año tras año: las conducciones que evacúan las aguas sucias de las viviendas se llenan de toallitas de bebé, compresas, tampones y otros residuos que no deberían estar ahí. Porque, además de producir atascos, se van desintegrando en micropartículas plásticas que acaban contaminando cauces, ríos y mares y afectan a la fauna marina. Aunque se limpien, la única manera de acabar con este problema es evitar que llegue al alcantarillado, algo que depende de cada uno de nosotros.

El monstruo de las toallitas
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