Todos tenemos un mono en nuestra vida y ¡ay del que tenga la mala suerte de aguantar a más de uno! El mono es esa persona que, por circunstancias que a veces nadie entiende, ha logrado ocupar un puesto de influencia desde el que puede dirigir las vidas de los demás a pesar de su completa ignorancia. Es el que toma decisiones absurdas, el que más sabe aunque no tenga ni idea y al que le gusta manejar a los demás como si fueran marionetas solo porque tiene poder y ha sido bendecido por los monos supremos, de los que a su vez también es un títere.

El mono está en todos los ámbitos sociales en los que nos desenvolvemos y desde su púlpito se siente fuerte y puede ordenar a sus subordinados. El mono es vehemente y se muestra apasionado por los cambios que él mismo impulsa y que nos van a llevar a ser mejores, a pesar de las lagunas que, a simple vista, cualquiera es capaz de apreciar en sus planes. Es engreído y no acepta que ningún inferior a él cuestione sus decisiones o, simplemente, intente hacerle ver (siempre de forma sutil para que no se mosquee) que en su maravilloso plan hay vacíos que nos pueden llevar al caos.

Reírle las gracias al mono es engordar su ego, por si no viniera grande de fábrica, pero hay quien lo hace para ganarse su favor. Solo de esa forma, el mono se siente querido y admirado, a la vez que hace alarde de su sentido del humor, del que carece totalmente cuando es víctima de alguna bromilla.

El mono tiene vicios, muchos, pero el mayor de ellos es creerse más listo que nadie, porque por algo tiene un carguillo. Va de intelectual y hace como que sabe de todo, aunque no controle ningún campo concreto. Como dice el refranero, es aprendiz de mucho y maestro de nada. Además, el mono va de reflexivo, le encanta opinar y fardar de sus conocimientos. Sin embargo, lo peor es cuando el mono se junta con otros monos y tienen ocurrencias que al final se llevan a la práctica. Entonces estamos perdidos.

A mí me gusta llamarlos monos, sintiéndolo mucho por los verdaderos primates, animalitos que nada tienen que ver, los pobres, con estos seres faltos de inteligencia y empatía. Pónganles el nombre que quieran porque estoy segura de que a todos se les viene a la mente la cara de alguien al pensar en un mono.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios