El mitin de la Macarena

Paisaje urbano

25 de junio 2025 - 03:06

No hay restauración de imagen que no deje su huella, y cada hermandad tiene en su historia algún episodio de intervención que ha sembrado la polémica, porque donde los técnicos ven la inevitable suciedad y corrosión, el devoto busca ese perfil que la hace única para el reencuentro consigo mismo y su memoria. Por eso se hace necesario, y en mayor medida en devociones que consideramos icónicas, extremar la prudencia en todo cuanto afecta al tratamiento de la imagen, desde la justificación de la intervención hasta la designación de los restauradores y su seguimiento. Nunca se valorará bastante, en este sentido, todo el proceso de restauración primoroso que se hizo hace ya unos años sobre la talla del señor del Gran Poder.

Por eso sorprende la concatenación de errores que se han producido sobre esta restauración exprés de la Esperanza Macarena, estando al mando una junta de gobierno experimentada poblada de reconocidos cofrades (algunos amigos) y liderada por un hermano mayor con fama de buen gestor, hasta propiciar este mitin cofradiero de hasta tres intervenciones en ni veinticuatro horas, para el desconcierto y la incredulidad de hermanos y devotos, que por un momento vieron perder la esencia de su Semana Santa, para tantos encarnada en la cara de su Virgen. Y es probable que los desgraciados hechos se hagan sentir en la hermandad y su convivencia, inmersa en un proceso electoral ya de por sí complicado, porque ya sabemos cuánta visceralidad se puede volcar apelando a los sentimientos más primarios, y si hay un ejemplo representativo es precisamente este.

Pero seamos optimistas, y ofrezcamos al mal tiempo buena cara (nunca mejor dicho). La hermandad de la Macarena ha pasado en sus cuatrocientos cincuenta años muchas vicisitudes. Su fundación en el norte de la Sevilla intramuros de huertas y labriegos, su pelea pertinaz por encontrar su hueco en aquella Madrugada casi medieval reservada en principio para las hermandades más pudientes, su fuerza de cofradía popular reproducida en tantos lugares lejanos, su peripecia particular durante la guerra que no le quitó ni un devoto, ya fuera general o republicano… Confiemos, pues, en que todo esto se quede en un mal sueño, para bien de todos lo que, como el poeta, siguen buscando la felicidad detrás de un arco.

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