Mensaje en la botella

Juan Ruz

marcas y desmarques

RAFA Nadal ha vuelto a hacer historia. De nuevo, el escenario elegido ha sido Roland Garros, donde ha levantado el trofeo por octava vez, algo al alcance de muy pocos en el mundo del tenis y que será muy difícil que se vuelva a repetir. Su rival era otro español, David Ferrer, quien merecidamente había llegado a esa final tras un torneo asombroso. No voy a contarle al lector las gestas de uno y otro porque son bien conocidas por los aficionados al deporte en general. A un servidor la ha llamado la atención cómo se ha hecho de este duelo algo más que un enfrentamiento deportivo, para convertirlo -o al menos intentarlo- en otra cosa, concretamente en la imagen de la marca España.

Desconozco a quién se le ocurrió la brillante de idea de decir que este triunfo de Nadal potencia el sello España como si nos fuera la vida en ello, porque para lo bueno y para lo malo, la figura de este muchacho de Manacor supera ese distintivo y se ha convertido en un icono mundial, pero no de un territorio en concreto, sino por su imagen del esfuerzo, la deportividad, la humildad y el respeto al contrario, entre otros valores. No sé si la ocurrencia es de algún político -tiene toda la pinta- o si es una cuestión más mediática que otra cosa, pero en cualquier caso parece un tanto exagerada. Porque aquí parece -o eso tratan de hacernos creer- que tras esta exhibición del tenista mallorquín en París los problemas de cada día ya son menos y que todo va sobre ruedas.

A los botarates manipuladores que quieren hacernos comulgar con ruedas de molino, yo les invitaría a que hicieran la reflexión al contrario y que reconocieran si cambiarían sus perspectiva del país de nacimiento de Nadal si fuera Lituania (por poner sólo un ejemplo) en lugar de España por el simple hecho de ser el mejor en su disciplina y por destacar como un gran deportista. La marca España es Nadal, al igual que Xavi, Iniesta, Casillas, Gasol, Alonso, Contador y otros muchos, por fortuna. Pero por desgracia, de ese club también forman parte otros que no merecen tantos elogios y reconocimientos. Todos no cabrían en esta columna, pero así a bote pronto se me ocurren algunos, como los Bárcenas, la Gürtell, los ERE de Andalucía, el presidente del Parlamento andaluz y sus adláteres de PSOE, PP e IU subiéndose el sueldo, Bankia o las Preferentes. Y de todos estos, ¿cómo nos desmarcamos?

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