Seis lazos verdes de cuatro centímetros de ancho, un pañuelo rojo, una madeja de lana celeste y un vasito de yogur. El chino de Colón, el de enfrente de Mercadona y la mercería de la esquina del cole. Dos euros para la salida, Bizum de cinco, los tres cumples de junio, la gorra y el bañador para la fiesta del agua. Las graduaciones. Enanitos con birrete. Excursiones concentradas. La bolsa para el material. Todo marcado por favor.

Así más o menos, hemos pasado el último tirón de curso, apurando las zapatillas de oferta de Hipercor en semanas intensas de plazos, eventos, discusiones y dudas en el chat de grupo; la madre delegada ejerciendo y reivindicándose. Veinticuatro gracias y un gracias a vosotros. El pen para las fotos.

El regalo de las seños. El debate y los careos sobre el concepto y los gustos ¡Que para eso somos grupo heterogéneo y dispar! Desde la vela reciclada en la lata de fabada, a la apuesta segura del Jamón. Mucha bolsa de playa, pendientes, pañuelos, colonias, algún reloj, muchas flores y bombones para las seños, mucha mochila y algo de vino para los profes. Que se ve que a ellas, las docentes, las presuponemos abstemias.

Los hay que están viviendo finde monotemático. Tuvieron la fiesta del mayor el viernes, la graduación de la chica ayer sábado y por sumar y petarlo, la madre delegada ha sugerido para hoy domingo, una comida de hermandad entre padres de la clase ¡Y sin niños! Se nos va la cabeza, de verdad.

No ha sido un curso fácil y más allá de la farándula de estas últimas semanas, que insisto, ha sido muy intensa, lo cierto es que todo el profesorado, equipos directivos y administrativos han hecho una labor absolutamente admirable e importantes esfuerzos por mantener el tipo y el ritmo de nuestros niños y su cole. Por devolvernos viajes de fin de curso y los bailes en un patio con escenario y sin burbujas.

Los docentes son el futuro, tienen al futuro en sus manos. Figuras clave en su formación, no solo académica, muchas veces subestimados y mal pagados, bregando con aptitudes y actitudes desiguales y enfrentándose a una burocracia que desconocemos.

Fin de curso. El tetris de la conciliación. Merecido el reconocimiento a toda la tropa docente, a los monitores del aula matinal y el comedor, a la cuadrilla de las extraescolares que nos han permitido configurar nuestro año y nuestro ritmo ¡Y a las abuelas, siempre! Tiempo de descanso sin actividad en el grupo de madres. Veinticinco buen verano por hijo y mil gracias a los coles.

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