De un tiempo a esta parte tengo la impresión de que cada nueva elección se juega en un nuevo escenario político. En sentido literal. El reparto y la interpretación cobra una importancia vital en la escena. Siempre la tuvo, pero en un momento donde la ciudadanía da la espalda a lo establecido, no equivocarse en el papel elegido parece obligado o eso se desprende de algunos movimientos en la vieja Europa. Seguro que ya conocen la obra de Oscar Wilde. La doble vida de Jack Worthing quien al llegar a Londres adopta el papel de su falso hermano Ernesto, repleto de virtudes.

Arnaud Montebourg, el proteccionista exministro de Economía ya es candidato oficial en la inaugurada carrera al Eliseo tras la capitulación de Hollande. Un perfecto producto del sistema que se presenta bajo un discurso que algunos tildarían de antisistema. ¿Ernesto? Manuel Valls buscará ser el relevo natural de la oferta socialista basando su discurso en dos principios: reforma y justicia social. Le Pen se frota las manos tras la experiencia norteamericana. Más fronteras y odio. ¿El cansancio es de los partidos tradicionales o de un sistema que en el que la economía tomó decisiones donde la dimensión humana pasó a ser secundaria? Se busca quien pague la factura.

Hoy, sin ir más lejos, se elige presidente en Austria. La primera vuelta mandó a casa a socialdemócratas y democristianos, los de toda la vida. Las posibilidades pivotan entre la extrema derecha y los verdes. Nadie se atreve a hacer pronósticos.

Mateo Renzi, quien llegó al poder sin pasar por las urnas, amenaza con marcharse si no sale adelante su reforma constitucional. La contestación creo que no cuestionará exclusivamente las enmiendas al texto. En España las cabezas rapadas se agazapan tras una tronista que lleva adelante un comedor social solo para españoles. Como decía Jorge Ilegal, tiempos nuevos, tiempos salvajes.

Y es que cuando en una democracia colmada de libertades, se pisa el cuello de la gente, la moderación lo pasa mal. ¿Bernie Sanders hubiera sido más confiable para un obrero norteamericano en paro? Nunca lo sabremos. Hace unos años uno tenía a la derecha y a la izquierda conviviendo en un ecosistema democrático más o menos desarrollado dependiendo del país. En realidad, los de derechas votaban derecha, los de izquierdas, izquierda, y un grupo más motivado por la coyuntura o por intereses, decantaban la balanza en un sentido u otro. Esto aconsejaba perfiles moderados con capacidad de atracción de ese dorado de otro tiempo llamado centro político. Las referencias están cambiando y no parece todo reductible a la dialéctica arriba/abajo, derecha/izquierda, populistas/gente seria.

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