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LA delegada de Educación, Lola Alonso, es uno de los personajes más singulares que han ocupado ese despacho. Siempre de punta en blanco, está dispuesta a sentarse en un pupitre para recordar viejos tiempos, o a afrontar sin esconderse como otros, con la mejor de las sonrisas, las críticas a una política que, a la vista del Informe PISA, no hay por donde cojerla. Lola Alonso es así. Lo mismo convierte en noticia positiva el retraso en las obras de un IES que amansa los ánimos crispados de AMPA. Para esto hay que tener arte, y la de El Carpio lo tiene y a raudales. Tan a gusto está en el papel que desempeña, que la pasada semana se le escapó anunciar algo que ella hará a comienzos del próximo año. A la vista de que los delegados de la Junta se renuevan cada martes y de que hay de por medio unas elecciones, Alonso recapacitó y se corrigió a sí misma con mucho arte. Es natural, las poltronas no duran toda la vida.
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