Nunca llueve a gusto de todos. Por muy necesaria que sea la lluvia, algunos la quieren de noche y en el campo, unos la imploran y hasta la invocan, otros la protestan, que en sus días es un engorro, cuando no, un problema mayor. Que hace falta ese agua pero a veces llega en riadas y el desbordamiento daña. Que nunca llueve a gusto de todos.

Más allá de la lluvia, cada decisión, pese a la labor previa, el trabajo empeñado y la dedicación hasta conseguir dar forma a la iniciativa, no cae por igual en quien la percibe. Ahora, todas las luces que entrelazadas conforman el medio arco sonoro de la antigua calle José Cruz Conde, luego Foro Romano, ahora Cruz Conde -no sin pocas opiniones también sobre la nomenclatura- no son valoradas de manera uniforme. Hay quienes critican la estética y de manera más profunda, el mensaje que con ello se lanza. Los hay que les da gusto situarse bajo el arco y menear el cuerpo a ritmo de pegadizas canciones navideñas.

Los que llegan a girar a la paralela y alcanzar el bulevar de Gran Capitán, se felicitan por que sus niños tengan espacio de ocio sumamente estimulante y los hay también que condenan el deslavazado plantel de cacharritos, la pequeña calle del infierno sin línea estética definida ni justificación, horrorizados por una noria aquí y unas camas elásticas allá sin sentido, ocupando espacio principal del centro neurálgico de nuestra ciudad.

Toda esa exposición llega, por añadir, en plena situación de predecible e importante riesgo covid, se vuelve a apelar a la prudencia y responsabilidad social, si mascarillas en la calle y al aire libre, si pasaporte covid para ocio y hostelería -que finalmente llegará mañana lunes-. Pautas completas de vacunación para gozar. Que a cada uno le puede un argumento más que otros.

Esto, que aquellos hacen por y para nosotros, nosotros lo hacemos para quienes nos toca. Tomar decisiones, desvivirse por intentar hacerlo mejor y hacer lo mejor, tiene riesgos. Actuar, mojarse y decidir tiene sus cosas, posibilidades de acierto y error, pero ya sabemos que el penalti solo lo falla quien lo tira. Así que sigamos actuando, haciendo y ejecutando desde la convicción, tras un análisis y una valoración sosegada, siendo capaces de justificar y explicar la decisión y movidos por la mejor pretensión, que las responsabilidades son también eso y cada uno en su esfera de actuación tiene el riesgo de optar, aunque la opción no guste a todos.

El miedo a equivocarse, el riesgo de ser criticado no puede paralizarnos, ni dejarnos estáticos, que solo se avanza actuando, aunque siente como la lluvia.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios