Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido
El presidente Sánchez afirmó en la tribuna del Congreso, durante el debate sobre el reciente apagón, que asociarlo con el otro apagón forzado, el de la energía nuclear, era una gigantesca manipulación. No vale reírse, por favor. La risa sería un remedio fantástico a todo esto, no solo lo del apagón, si no fuera porque su mandato está dejando al país (y al PSOE) hecho unos zorros. Costará levantarlo, recuperar el tono institucional, el sentido de Estado y la política para las personas, por más que su maquinaria politiquera propale no sé cuántas virtudes de una gestión progresista, que ni existe ni se la espera, mera apariencia de lo que solo es oportunismo populista y aprovechamiento personal.
Es, por supuesto, una gigantesca manipulación decir que el apagón no tiene una causa conocida y que la investigación durará meses, seis parece, pero ya veremos, al tiempo que desde el día siguiente se afirma que nada tiene que ver con las renovables ni con el veto a la nuclear. Lo es también decir que no tenemos uranio en España, cuando se reconoce en un pleito contra una empresa australiana que pugna por explotar la mina de Retortillo en Salamanca. El elenco de manipulaciones no termina y se extiende a todos los campos. Es una gigantesca manipulación someter a una consulta pública la operación del BBVA y el Sabadell por si la ciudadanía observa que comprometiera el interés del país, una operación privada sobre la que el gobierno tiene funciones de regulador a través de sus organismos, mientras que no fue necesaria, por ejemplo, para activar la amnistía, esa denostada antes de las elecciones y cubierta de gloria –y mentira– tras ellas, o el cambio de nuestra política exterior con respecto a Marruecos, o la completa y total desfachatez de rescindir el contrato de municiones con una empresa israelí ( a día de hoy, por cierto, sin balas, sin el dinero, con una indemnización millonaria en ciernes, además, y, para completar el entuerto, sin haber rescindido el contrato, a pesar de lo dicho), mientras hacemos caja (poca, porque añaden incompetencia) vendiendo armas a Israel. Es una gigantesca manipulación incumplir la Constitución sin presentar proyecto de presupuestos en el Congreso, aunque no consiguiera la mayoría para su aprobación, desde el segundo año de esta legislatura infumable. La suma sigue hasta un infinito exasperante que habla mal del presidente, pero tampoco muy bien de nuestras tragaderas.
El presidente miente más que habla y eso lo hace indigno del cargo que ocupa. Pierde elecciones, necesario recordarlo, pero, no obstante, urde mayorías estrambóticas para continuar preguntando al espejo mágico de la Moncloa quién es el más guapo del reino. Soy paciente, esperaré mi momento para votar, pero no aguanto esa manipulación gigantesca suya de llamarme compatriota, cuando solo quiere decirme gilipollas. Expectante ante el siguiente mojón de su presidencia.
También te puede interesar
Cambio de sentido
Carmen Camacho
Plácido
Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Para una vez que acertaba…
La ciudad y los días
Carlos Colón
La noche de las mentiras
Lo último