Ni sobre Gaza es posible pactar

20 de septiembre 2025 - 03:07

Era tan fácil como imposible. Fácil: bastaba con sentarse un rato y constatar que sobre el conflicto que devasta a Gaza y extermina a los gazatíes Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo mantienen posiciones semejantes en lo sustancial y discrepantes sólo en lo superficial.

Ambos están de acuerdo en que la guerra desatada por Netanyahu, con más de sesenta mil muertos, destrucción a mansalva, hambruna planificada y éxodo decretado de cientos de miles de palestinos, es un desastre humanitario que debe cesar; que, como ha dicho el Rey en Egipto, el sufrimiento en la Franja es “brutal e inaceptable”; que Hamas es una organización terrorista a perseguir que no merece ni solidaridad ni compasión; que la solución definitiva no es otra que la utopía de los dos Estados, Palestina a Israel, y que el gobierno israelí, no el pueblo judío, ha de ser obligado por la comunidad internacional a detener inmediatamente la invasión.

Incluso habría estado bien que los dos líderes de los dos partidos mayoritarios –y jefes del Gobierno y de la oposición– hubieran expresado en comparecencia conjunta su acuerdo básico sobre este conflicto, y también sus divergencias en algunos aspectos del mismo. A efectos prácticos y de ayuda a frenar la guerra, da igual que Sánchez la defina como un genocidio y Feijóo como una masacre. Personalmente, creo que se dan las condiciones acuñadas por el Derecho Internacional para calificar de genocidio lo que está perpetrando Netanyahu, pero convertir eso en obstáculo para un gran acuerdo nacional revela pocos deseos de pactar. ¿Por qué se puede presumir y publicitar la cita con el canciller alemán, que tampoco asume la palabra genocidio ni ha reconocido a Palestina, y a la vez ni intentar reunirse con el presidente del PP para materializar y expresar un pacto de Estado que fortalecería la posición y el papel de España en la búsqueda de la paz?

Pero era imposible, ya lo escribí al principio. La anomalía fundamental de la democracia española en esta etapa histórica, y algo histérica, es que ni quien gobierna ni quien aspira a gobernar reconocen mutuamente su legitimidad. Los dos bandos han alcanzado tal grado de falta de respeto y sobra de hostilidad que son incapaces de llegar a ningún acuerdo ni, lo que es peor, de adoptar ninguna postura que no vaya dirigida expresamente contra el otro.

Mañana, más de lo mismo.

stats