Las evidencias desmentidas

Los personajes públicos niegan lo que todos estamos viendo al revés y se marchan tan contentos

El emperador romano Galba estaba cercado por sus enemigos, que trataban de eliminarlo por las bravas, es decir, asaeteándolo hasta la muerte. Y entonces, narra el historiador Suetonio, "inducido a salir fuera por los falsos rumores que difundían a propósito los conspirados para hacerle aparecer en público, al asegurar infundadamente que el peligro había pasado…" En Hamlet, en el acto II, Shakespeare hace decir a Polonio que "con un cebo de mentiras pescas el pez de la verdad".

Probablemente sea lo inteligente que dejemos ya todo ese discurso sobre lo de falsedad y mentira. Pero si toda la historia del ser humano está montada con el juego dialéctico y vital de esas dos opciones. Todo un juego de interpretaciones más o menos racionales. La humanidad siempre ha retozado con este engranaje infernal. En el concurso "Saber y ganar" (del que sería de interés público descubrir algunas hipocresías) el conocido presentador anuncia en un programa que van a tener una visita muy agradable… ¡Mentira! Va a acudir el director de otro guion de la cadena a hacer publicidad del mismo. Boris Johnson, que reconoció que sabía que estaba mintiendo con el cuento de lo que pagaban los ingleses a la Unión Europea y que pasarían a la sanidad pública, al final, tras una denuncia, fue absuelto porque el juzgado entendió que su propuesta estaba integrada en un discurso político y por tanto no tenía relevancia penal ni judicial. Publicidad y política son los dos ámbitos especiales (¿cínicos?) en los que se aprecia esa malformación metafísica (total) de la realidad y de lo que se cuente sobre ella. En los que el enredo de nuestra mente lleva las de ganar.

Los personajes públicos niegan lo que todos estamos viendo al revés y se marchan tan contentos. Desmienten incluso lo evidente, aunque siempre haya algún ingenuo o sectario que lo cree. Pero es que verdad y mentira no son categorías gnoseológicas objetivas, como diría un filósofo utilizando términos técnicos; tampoco ontológicas, como aseguraría otro también manejando expresiones del aula. Es decir, verdad y mentira no nos llevan a una manera de entender la realidad sino que ambos términos y conceptos son instrumentos que la inteligencia humana ha creado para manejar el mundo y su interpretación. ¿Pesimismo existencial? Tal vez. Pero en la vida es imprescindible saber que pocas cosas son universales y reales sino sólo creación humana.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios