UN tópico de excelente calidad afirma que la ilusión con que el cofrade espera la llegada del Domingo de Ramos es similar a la del niño el día de Reyes. Pudiera ser. Frente a esa ilusión está también la tensión por tener hechas las tareas para que todo salga bien y la compleja maquinaria que es un cortejo procesional en la calle no tenga la más mínima alteración. Las prisas y los nervios de última hora son los ingredientes fundamentales en las vísperas de la Semana Santa, cuando se sabe que ya se ha cruzado el punto de no retorno y que no hay marcha atrás.

Los más esperan que las puertas de San Lorenzo se abran para que la cruz de guía de la Borriquita diga que la Semana Santa ya ha llegado. También habrá quien este año estará escrutando los cortejos de punta a rabo para ver si pilla algún lazo blanco, algún detalle con el que reavivar la polémica. Esta situación será especialmente delicada en el caso de la hermandad del Amor que sí lucirá un lazo blanco con el sentido sin desvirtuar de este símbolo, ya que será en recuerdo del hijo de un ex hermano mayor fallecido este último año. A lo mejor alguna cofradía más está en esta desagradable situación, pero la tradición del lazo blanco, en este caso, prevalece sobre las recientes interpretaciones.

Toda espera es tensa. Cuando son las emociones las que llegan los nervios se ponen a flor de piel. Desde el niño que va a vivir su primera procesión hasta el que espera en que todo salga como siempre lo ha vivido, para poder reencontrarse con sí mismo, con sus nervios.