De reojo

Ángela Alba

aalba@eldiadecordoba.com

La distancia relativa

Los trenes van llenos, rozando codo con codo, mientras en los teatros hay que mantener una separación

La pasada semana cogí un tren en esta nueva normalidad. Era un Media Distancia y durante todo el camino -tres largas horas- tuve a mi lado a otra persona con la que ni convivo, ni es familia, ni la había visto en mi vida. Rozando coditos, como también está ocurriendo en los aviones. Lo peor de todo es que en mi vagón viajaba un señor que, en cuanto pasaba el revisor, se quitaba la mascarilla, más chulo que nadie. A esta maravillosa experiencia de mi viaje en un Media Distancia de Renfe hay que añadir que el asiento estaba calentito cuando lo ocupé; es decir, que en él iba sentada otra persona que se bajó en mi misma estación. Nadie lo desinfectó antes de que yo lo usara. De hecho, sería imposible hacerlo con todos los asientos y la cantidad de gente que sube y se apea del tren a lo largo de un trayecto que va de Jaén a Cádiz, por ejemplo.

Está claro que las reglas de esta nueva normalidad no son iguales para todos los sectores. El transporte puede ocupar su aforo al 100%, mientras que en los espacios culturales, incluso si son al aire libre, hay que guardar una distancia de seguridad que hace que su capacidad se reduzca considerablemente. Esta es una de las medidas que más ha enfadado al sector, que no acaba de despegar después del varapalo que ha supuesto el parón por el confinamiento. Si antes las ganancias ya eran ajustadas para algunos trabajadores de la cultura, ahora el margen se reduce aún más.

Algunos como Jorge Cadaval, de Los Morancos, ya han denunciado públicamente esta paradoja y el relativismo que existe en la distancia de seguridad dependiendo del sitio en el que estés. En su caso, mostró su sorpresa y enfado al comprobar que el AVE en el que viajaba iba repleto, con gente moviéndose para arriba y para abajo por el pasillo. Por eso, denunció públicamente la incoherencia que existe con respecto a los teatros o los cines.

Como él, hay muchas personas que no entienden esta situación que supone una discriminación para el mundo de la cultura,un sector ya de por sí con una situación delicada. Ni siquiera en los teatros y cines al aire libre se puede ocupar el aforo completo en obras o proyecciónes que pueden durar entre hora y media o dos horas, cuando, por ejemplo, mi viaje en tren fue de tres en un vagón cerrado. Como dice Jorge Cadaval: ¿Alguien me lo puede explicar?

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