El cuadrilátero

Mucho están tardando los responsables del PP en cesar sin rechistas a sus políticos bronquistas de El Puerto

Cuando tenía veinte años me leí los libros de Guillermo Diaz-Plaja, casi todos. Pero con mucha perseverancia tres volúmenes que reproducían las sesiones de la Cortes de la II República. Algunos de esos libros los cotejaba con las Memorias de Manuel Azaña y las de Lerroux. Quise entender ese período de la historia de España que abarcó desde 1931 a 1939 y del que hablaban entonces con más que un miramiento. Me ha recordado esas lecturas Francisco Sánchez Zambrano el otro día, con sus dos páginas del cuadrilátero en que han convertido el pleno del ayuntamiento de El Puerto de Santa Maria, sobre todo su alcalde y un concejal al parecer muy violento y pendenciero. En las Cortes de aquella aciaga república, refiere Díaz-Plaja, hubo un diputado catalán (creo que de Esquerra Republicana), fabricante de condones (puede que el dato sea de las Memorias de Azaña) que era el terror de un lugar para el parlamentarismo en el que se le dijo al portavoz de la oposición que había hablado por última vez, cosa que se cumplió, por cierto. Pues el diputado Calvo Sotelo fue asesinado por el socialista Luis Cuenca Estevas de dos tiros en la nuca, abandonando su cadáver en el cementerio de La Almudena. Pocos días después se produjo la sublevación de los generales nacionalistas contra la República. Por supuesto que comparado con aquellos días aciagos lo de El Puerto de Santa María es una caricatura, una broma de mal gusto. Pero como venimos de donde venimos y somos como somos, mucho están tardando los responsables del Partido Popular en cesar sin contemplaciones a estos políticos bronquistas, o sea, estos políticos antipolíticos, que son el mal ejemplo del que uno se acaba arrepintiendo siempre. La máquina de cese está desengrasada para lo que debería o francamente sin estrenar. Es como esto de ahora de la ministra del "Sí es sí y no es no", pese a lo que digan los jueces machistas, o fascistas, o conservadores, o lo peor, que esta ministra no se calla ni debajo del agua y se siente muy segura porque, pase lo que pase, el presidente Sánchez no la va a echar antes de que se aprueben los presupuestos y luego quién sabe. En el micro mundo donde se solazan estos políticos bronquistas y pendencieros, ¿se ufanan y solazan con sus bravuconadas, interpelaciones groseras y matonismo? ¿Es un peaje obligatorio para seguir de concejal? Me temo que, una vez más, se deja a los vecinos la responsabilidad de ver de nuevo en un pleno al matón. Es decir, no voto a ese alcalde si lleva en su canasto un membrillo así. Un pleno no puede ser un cuadrilátero.

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