Apenas unos días para que se vuelvan a repartir cartas. A partir del 21 comenzará otra partida. De momento, nos encontramos en la recta final de una campaña con mensajes algo agotados pero contundentes. Cada opción pega duro contra el adversario de referencia. Ese jab marca distancia y sitúa la posición en el cuadrilátero, para acto seguido, con el otro brazo, dar un codazo al adversario con quien realmente se pelea el espacio electoral, casi siempre, socio potencial en una posible coalición de gobierno.

ERC con su cabeza de lista en Estremera, lanza directos al PP y Ciudadanos. Para los "indepes", junto al PSC, son los malos opresores. Pero no tarda en criticar la ambigüedad de En Comú Podem en el campo de la izquierda y sembrar dudas sobre Junts per Catalunya en el nacionalista. "No sabemos si Puigdemont podría regresar para una hipotética investidura"… Qué cosas.

Ciudadanos se presentan como el voto útil para pasar página desde la cresta de las encuestas, donde siempre se salen. Esta vez, además de la posición tienen candidata. Llevan meses castigando el costado de los independentistas, culpables de todos los males, un segundo después acusan al PP de inmovilista y sobre todo, mucho cuidado con el PSC, que en un descuido te monta un tripartito. Acto seguido Arrimadas les pide el apoyo para gobernar. Un amor.

Los convergentes en su tercera evolución, al contrario que los pokemon, van a menos. Algo que ya sospechaban y que originó Junts pel Sí. Una épica mermada basada en la restitución del President, quien horas después de declarar la república puso pies en polvorosa. Muerte por chocolate. El líder del PP no engaña a nadie. A ver, este señor es el que se despachó con uno de los discursos más xenófobos de cuantos se han escuchado en este país. Los de Madrid parecen moderados. Echando leña al fuego.

Los de Colau y Domenech llevan meses con el juego de pies. PP y Ciudadanos malos, muy malos. Y vamos a ir sacando al PSC del Ajuntament de Barcelona, que no soy yo, que es la asamblea, que las carga el diablo. Gestos irresponsables, pero gestos, para evitar la posible fuga de votos a Esquerra.

Miquel Iceta se ha visto todas las temporadas de Borgen. Trabaja más desde la propuesta buscando cerrar heridas. Y si ningún bloque suma, espera que las incompatibilidades propicien un Birgitte Nyborg. Honestamente creo que sería la mejor solución para Cataluña y España.

No hacen nada distinto a lo que he hecho en esta columna. Por supuesto nadie habla de educación, sanidad o lucha contra el desempleo. Una vez más, no va de eso.

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