Mensaje en la botella

8.000 cordobeses más

La educación tiene que ser una de las piedras angulares para acabar con la pobreza

Volvemos a las andadas. Si hace una semana quedábamos impactados con el informe del Instituto Nacional de Estadística sobre las zonas más pobres de España -ya saben, cinco de los 15 barrios con menos renta del país están en Córdoba- ahora llega otro estudio que viene a ratificar que en esta ciudad hay realidades superpuestas. Se trata del balance anual de Cáritas Diocesanas, que viene a decir que durante el año de la pandemia han atendido las necesidades de 30.000 personas. Y lo que es peor, 8.000 de ellas era la primera vez que reclamaban el auxilio de la institución eclesiástica.

El responsable de Cáritas en Córdoba, Salvador Ruiz, lo explicó con claridad: casi de tres de cada diez hogares atendidos recurrieron por primera vez a la entidad para pedir ayuda, mientras que el 50% de los hogares tenían a menores a su cargo. El 62% son mujeres y el 38% hombres, de los que un 72% son españoles y el 28% extranjeros. El 88% está en edad de trabajar y el 12% pertenecen al colectivo de mayores de 80 años. Las personas más afectadas en Córdoba y que han sido atendidas trabajaban en los sectores de actividad más precarios, como la hostelería, el turismo, el trabajo doméstico o la agricultura. Además, subrayó que en este colectivo de personas en paro ha aumentado cinco veces más que en el resto. Con estos datos basta para hacer una radiografía de lo que está ocurriendo.

Es evidente que, o nos ponemos a buscar soluciones de inmediato, o el problema se irá agravando. El propio Salvador Ruiz dio en el clavo al asegurar que "queremos hacer un nuevo llamamiento a todos, administraciones públicas, organizaciones sociales y empresariales, asociaciones y organizaciones civiles y vecinales, a renovar nuestro compromiso en el trabajo por la justicia, por una sociedad que sitúe a la persona en el centro de las relaciones políticas, económicas, sociales y laborales, y luchemos todos, en la medida de nuestras capacidades y posibilidades, con el diálogo propio de una cultura del encuentro, contra esta grave enfermedad social que es la pobreza y la exclusión". Impecable declaración.

Y ese compromiso que demandan desde Cáritas -y también desde otras muchas organizaciones que en Córdoba trabajan por los más necesitados- pasa necesariamente por la educación. Tiene que ser una de las piedras angulares para salir de ese pozo que es el desarraigo social y que las nuevas generaciones puedan tener una oportunidad laboral y social digna. Al igual que la pandemia ha puesto sobre la mesa que todos esos recortes que durante años fueron minando nuestro sistema de salud eran un error, los datos de las organizaciones que trabajan con los desfavorecidos deben abrir los ojos a nuestras instituciones para desarrollar políticas que de verdad sirvan para acabar con la pobreza. Si no es así, lamentablemente seguiremos sumando de 8.000 en 8.000.

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