Sin convencer a los demás

El fundamentalismo es una actitud que los sicólogos atribuyen a la inseguridad del sujeto que la adopta

Hablando de cómo cada persona percibe la vida y el mundo a su manera sin que sus puntos de vista coincidan con la visión de los demás, nos damos cuenta de que incluso también hay diferencias en la forma de reaccionar ante las opiniones de los demás que no coinciden con las nuestras. Así, hay una primera posición en la que están quienes intentan aplastar al otro, lo que Savater llama la ética del combate, que consiste en crear artificialmente una sociedad dual, en la que el objetivo acabe siendo que una concepción del mundo destruya a la otra y únicamente quede una sola verdad.

Esto es lo que se llama técnicamente fundamentalismo, una actitud que los sicólogos suelen atribuir a la propia inseguridad del sujeto que la adopta. Se supone en este caso que la verdad sólo tiene una cara y se trata de la necesidad de salvar como sea, incluso en contra de su opinión, a quien ha caído en las redes malignas. Mucho has tardado, le reprocha el jefe a un boy scout, que, tratando de hacer la buena acción del día, intenta ayudar a un ciego a cruzar la calle; es que no quería, responde el chaval. Una segunda opción es querer cambiar el pensamiento de los demás con argumentos y estrategias de persuasión. Aquí el trabajo es sobre todo dialéctico y muchas las formas de recorrer el camino: desde acciones para motivar el corazón y los sentimientos hasta el uso de largas y prolijas argumentaciones racionales.

Una tercera actitud ante los que piensan de manera diferente a nosotros es lo que se llama el pensamiento compartido, es decir, se trata en este caso de encontrar puntos comunes entre todos los interlocutores para forjar un espacio que defender juntos. El filósofo Emilio Lledó asegura que es la forma en que los griegos en la plenitud de su cultura desarrollaban sus teorías: un pensamiento antidogmático, donde, desde el convencimiento de que no hay una única verdad, se construyen desde el principio respuestas sobre la vida y la muerte, la justicia o la belleza. Y contribuye verdaderamente a construir una visión del mundo creativa y salvadora para todos.

Pero también hay gente que en absoluto desea sacar a nadie de sus convicciones, gente que o bien entiende y acepta de verdad de que cada uno es libre de pensar lo que considere razonable y cree que ese derecho es inviolable; o bien desconfía de la utilidad del esfuerzo en convencer a nadie, que piensa que es totalmente inútil.

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