Constitucional, no constitucional

Crónica personal

Doctores tiene la iglesia y magistrado tan profesionales como el presidente del Tribunal Constitucional y los miembros de esa institución afirman que la ponencia sobre la amnistía puede ser rebatida sin excesivo esfuerzo.

A Cándido Conde Pumpido nadie pone un “pero” a su formación y al rigor de sus textos y sentencias, aunque con frecuencia se le ha criticado el sesgo político de sus decisiones y por su empeño en encontrar los resquicios que hacían posible interpretar las ley en función de los intereses de quienes le habían elegido para ocupar cargos de máxima relevancia en las instituciones del Estado. No se ha producido todavía la sentencia del TC, solo se conoce el texto de la ponencia que se debatirá y votará. Pero nadie se llama a engaño: el TC, de mayoría “progresista” asumirá el espíritu y la letra de la ponente.

Hay un dato que no gustará a Conde Pumpido: nadie ha dudado de que la sentencia sobre la aplicación de la amnistía iba a ser exactamente la que interesaba al Gobierno de Sánchez. El TC habitualmente se ha inclinado en el sentido que interesaba al gobierno de turno, pero en los últimos tiempos diferentes presidentes hicieron lo imposible por buscar consenso y lo encontraron. Conde Pumpido no ha buscado ningún acercamiento con la minoría y, cuando se vio en peligro, utilizó los medios a su alcance para no perder los votos. Legalmente, pero se impidieron renuncias y se encontraron argumentos para neutralizar a vocales no conformes.

La ponente del texto actual sin duda se ha atenido a lo que se pedía, incluso una persona ajena a los asuntos jurídicos advierte que algunas interpretaciones buscaban exactamente lo que interesaba al Gobierno. Insistir en que lo que no recoge la Constitución no puede ser inconstitucional va contra el sentido común. Los periodistas recordamos la respuesta sobre cómo abordaría la Constitución todo lo relacionado con la amnistía: en una democracia la amnistía solo se aplica a los represaliados políticamente por una dictadura anterior, o en situaciones relacionadas con la participación en una guerra. Ahora, para garantizarse el apoyo de unos socios de Gobierno, se concluye que se debe aceptar lo que no prohíbe expresamente la Constitución. No puede sorprender que en la España actual sea habitual el sentimiento de desconfianza hacia algunas de las instituciones del Estado, la sensación de que el servilismo está a la orden del día. Se confirma aquello que se denunciaba, que Sánchez asaltaba las instituciones para utilizarlas a conveniencia. Sobran ya las pruebas, la última la constitucionalidad de la amnistía. No han incluido a Puigdemont. Todo se andará, Sánchez no permitirá ese verso suelto, lo necesita.

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