A lo mejor peco de cansino por traer a este rincón las redes sociales, pero es que se han convertido en la segunda vida de una buena parte de la sociedad. Además de ser una oportunidad magnífica para pasar el rato, también son una herramienta positiva para comunicarse, algo que hay que tener en cuenta cuando hace unos años se hablaba del incremento de los casos de soledad. Estas redes sociales hay que mirarlas y enfrentarse a ellas con espíritu jovial, lo mismo que cada mañana salimos a la calle. En ellas no habrá ni más ni menos de lo que queramos que haya. El control de privacidad hace que cada uno controle sus propios contenidos porque, como todo lo que hay en internet, son públicos. Quien pertenezca a algunas de estas redes sociales sabrá ya a esta altura la fauna que pulula por las mismas, que va desde la normalidad más absoluta hasta la extravagancia más inclasificable. Todos conocemos casos, dentro de este abanico de personajes, que lo cuentan todo, absolutamente todo, sobre sí mismos. Estos pueden estar ya contentos porque acaba de salir al mercado lo que estaban esperando: unos zapatos con un chip incorporado que al término del día descarga los datos en el ordenador y se puede poner en su perfil el número de pasos que ha dado en la jornada así como las calorías quemadas. Qué puñetas nos importa saber lo que ha andado fulano o mengano. Esto sí que es una frikada. Y de las buenas.
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