Una noche en Granada tuve la suerte de cenar en un grupo reducido con Luis García Berlanga. Éramos cuatro. Debió ser a comienzos de siglo. Los que vamos teniendo una edad ya podemos hablar así. Había venido para dar una conferencia sobre el erotismo del tacón de aguja. Nada que ver con sesudas disertaciones sobre la libertad de expresión. Se daban por supuestas. A pesar de su avanzada edad seguía derrochando ese humor tan personal e inteligente que había hecho de sus películas además de un puñado de los mejores títulos de la historia del cine español, un auténtico coladero para la censura franquista. Recuerdo que hablando precisamente de la censura comentó entre risas que iban a bulto y que en algunos casos superaban con su imaginación las fantasías del autor. Nos ponía ejemplos. En cierta ocasión quería comenzar una película con un plano de gente caminando por la Gran Vía de Madrid. Entre los caminantes de todo tipo iban dos sacerdotes. La idea fue eliminada del guión por la censura: "Conociendo a Berlanga seguro que termina metiendo a los dos curas en el Pasapoga". Recuerdo que dijo que la idea le pareció fantástica y que nunca se le hubiera ocurrido. Viendo algunas cosas estos días uno podría pensar que resurgen aspirantes a guardianes de la moral.

Una vez más, repitan conmigo. Que algo no me haga gracia no lo convierte en un delito. Incluso que algo entre en el terreno del supuesto mal gusto, tampoco lo convierte en un delito. El tacto, lo grueso o lo fino del trazo lo pone quien lanza el mensaje y usted es absolutamente libre de consumirlo o no. Y es que en determinadas cosas parece que vamos como los cangrejos. Personalmente siempre me interesó especialmente Tip y Coll, Gila, Eugenio o Faemino y Cansado, por repasar algunas décadas. Por cierto, los primeros también hicieron algo sobre el último ascenso de Carrero Blanco. Pero recordemos que este es un país que durante décadas se ha caracterizado por los chistes de "tartamudos y mariquitas". La entrada en juego de las redes sociales abre un nuevo espacio de comunicación público al que todo el mundo tiene acceso. Las publicaciones de mal gusto u ofensivas están al orden del día y en su mayoría no pretenden ni siquiera arrancar una sonrisa. El otro día escuché una frase cogida con pinzas pero cierta. Nunca he leído o escuchado decir a un terrorista que escogiese ese camino porque un chiste le hizo gracia. Que conste que la cancioncilla del enlace va dedicada a mí, aunque por suerte no son todos los días, solo los domingos y no todos. Buena semana.

https://www.youtube.com/watch?v=N5FNZoT-DMc

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