El 'caganer' del belén de mi tío

Cuando veo a ese diputado catalán que se llama Rufián me recuerda al 'caganer' de mi tío Francisco. No sé por qué

Mi Navidad empezaba cuando me llamaba mi tío Francisco para montar el belén. Él utilizaba un buen puñado de periódicos para rellenar huecos y evitar que se estropeara el mueble donde iban las piedras o el musgo. Me acuerdo de que antes de darle las hojas de periódico que me pedía, me entretenía leyendo las noticias que, aunque estuvieran atrasadas, para mí tenían la virtud de la novedad. Algunas veces he llegado a pensar que mi afición al periodismo viene desde aquellos días en que ayudaba a mi tío a construir el belén. El hermano de mi padre se desesperaba porque siempre que me pedía un trozo de periódico me pillaba leyendo.

-Oye, aquí hemos venido a montar el belén y no a leer periódicos -me regañaba, un poco cabreado por mi pasiva actitud-.

En el belén había una figura que me intrigaba: la del cagón. Era un tipo ancho de cara, con barba rala y un poco estrábico, la señal más evidente de que estaba jiñando. El culo, siempre en pompa, lo tenía en proporción a su cara. Ningún belén de mi pueblo traía esta figura, excepto el que montaba mi tío, que debe ser porque había sido emigrante en Cataluña, donde está instaurada la figura del caganer. A mi tía no le gustaba porque decía que era indecente que una persona estuviera haciendo sus necesidades mientras el Niño Dios nacía. Pero mi tío defendía aquella figura a capa y espada. Decía que en los belenes era una figura imprescindible, más incluso que el ángel que había encima del portal, porque representaba lo mundano, las miserias que tenemos que soportar los humanos: Jesús venía a un mundo en el que la mierda estaba presente. Todos los años había una discusión a costa del cagón que a mí, todo hay que decirlo, ni fu ni fa. Había veces que al lado de él ponía un trozo de papel de periódico para cuando terminara su faena. Eran aquellos tiempos en los que el papel higiénico El Elefante aún no se había inventado y nos limpiábamos el trasero con trozos de periódicos que se ponían colgados de un gancho de alambre en el retrete. Había otro papel, el de lija, pero ese no era recomendable para tal misión. El caso es, y ahí es donde yo iba, que cuando veo a ese diputado catalán que se llama Rufián me recuerda al caganer de mi tío Francisco. No sé por qué.

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