Álvarez de Toledo

08 de julio 2025 - 03:08

Del congreso del PP lo más interesante ha sido el sonómetro. Los discursos de Feijóo han estado medidísimos para no cerrarse ninguna puerta. Se ha comprometido a no gobernar en coalición con Vox de ninguna manera, a no pactar con “este” PSOE y a no “someterse” a los nacionalistas. Ni sube ni baja. A Vox no lo quiere en su gobierno, qué asco, pero le interesan sus votos gratis para gobernar él. Otro PSOE, en cambio, ya le vale para lo que pidan. Y los nacionalistas le vendrían de perlas, con la vaga condición de “no someterse” a ellos.

Por eso, más importante que los discursos ha resultado el sonómetro, esto es, el impresionante aplauso que se llevó el nombramiento de Cayetana Álvarez de Toledo como miembro del Comité Ejecutivo. El aplauso fue abrumador, sobre todo comparado con los otros que hubo antes y después, más oficialistas.

Aunque sea ensordecedor no hay que hacer oídos sordos ni caer en la envidia mimética porque ese aplauso deja en el aire matices que los discursos no. Habían hablado antes de que la entrada de Cayetana suponía abrir espacios en el PP “a todas las sensibilidades”. Fue un reconocimiento de parte. Y ciertamente Álvarez de Toledo confronta mucho más con el PSOE que los amigos peperos del PSOE güeno y ella ha dicho que Santiago Abascal no es en absoluto comparable a los nacionalistas, desmarcándose de cualquier tentación de equilibrismo.

Que ella añade otra sensibilidad es, por tanto, evidente. Pero lo que es audible es que las mismas bases y representantes del PP tienen una preferencia por esa sensibilidad. El sonómetro, cual prueba del algodón, no engaña. Ni tampoco el de Díaz Ayuso. Y eso tiene una importancia multiplicada en un congreso algo búlgaro donde todo el mundo votaba lo que tocaba. Con los aplausos se coló, plas, plas y plas, la libertad de pensamiento y de expresión.

Con el cinismo que exige el análisis político, alguien me puede recordar que, en su intento de no cerrarse ninguna puerta, Feijóo pone a Cayetana para facilitar o quitarle votos a Vox o para negociar con Abascal, si fuese imprescindible. Borja Sémper hará lo propio con el PSOE güeno y los nacionalistas, si hay resquicio. Pero incluso aceptando la táctica, la intensidad de los aplausos, plas, plas, plas, sigue siendo altamente significativa.

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