Un buen amigo me mandó el miércoles uno de sus esos mensajes del verano y el calor cordobés y las noches de insomnio que no faltan en ninguna temporada veraniega. Mi respuesta fue instantánea: es Córdoba, estamos en pleno de mes de julio y es algo normal porque pasa todos los veranos, que un día Meteorología activa la alerta amarilla, el otro la naranja y cuando la cosa se pone fea el Ministerio de Sanidad la eleva al rojo.
Unos días en los que los informativos se afanan en buscar la imagen más calurosa de Córdoba desde el Puente Romano para dar fe de algo tan evidente como que el termómetro alcanza cotas insufribles, las noches se hacen eternas y dormir plácidamente es una quimera. Días en los que salir a la calle se convierte en todo un reto y en los que celebras encontrarte con alguien por aquello de su osadía. Pero es que estamos en verano, lo raro es que hiciera frío, digo yo, aunque sea algo sumamente evidente. Sin embargo, esto es lo que ha puesto de manifiesto hace unos días un reportero de TVE desde Toledo, cuyo exceso de sinceridad por decir en directo que lo del calor era normal y que no quería aburrir a la audiencia. Por esa declaración le han llovido zascas por todas partes, aunque también algún que otro aplauso por redes.
Sin embargo, es importante informar de las alertas y de las recomendaciones que hay que seguir para hacer más llevado lo angustioso del calor y, más aún, en plena pandemia y brotes de coronavirus por doquier, y recordar de nuevo que el uso de la mascarilla es obligatorio. En este caso, el calor no es una excusa y hay que llevarla de la forma adecuada y no como codera ni tampoco para protegerse la garganta.
Recuerdo que cuando llegué a Córdoba recibí un sabio consejo de mi tío Javier, que también es mi padrino. Junto a su familia, se estableció durante un tiempo en Córdoba, aunque luego subieron hasta tierras castellanoleonesas, y allí se quedaron viviendo y disfrutando de unos veranos, digamos, más llevaderos en cuanto a lo meteorológico se refiere. Pero de su paso por Córdoba aprendió lo que me dijo cuando supo que yo venía aquí: "Lourdes, en Córdoba, por la sombra y despacio durante el verano". Al final, se ha convertido en un consejo que intento practicar en los meses del estío siempre que puedo y, cada vez que lo hago me sonrío y me acuerdo de él. Y si, tío Javier, que no se me olvida, que mañana es sábado y encima hará calor, así que intentaré ir despacio y por la sombra.
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