Tribuna de opinión
Juan Luis Selma
Dios también llora
El habitante
La directora de El Día me tiene sugerido (porque nunca nada se me ha impuesto aquí, libre libérrimo) que huya de las cuestiones que me aburren (y, me temo, nos aburren) sobre lo que debería ser grande en la política y lo que pasa por ahí fuera, que son, lástima, chiquitas y muy, muy cutres, para que, de cuando en vez, me pasee por temitas más locales, que nos tocan o deberían. Tareas que no siempre quiero cubrir y que habitualmente no sé tratar. No es que lo local no me importe, es que, a menudo, no me seduce, pero lo otro menos todavía.
Para ubicarnos: lo primero que se me vino para juntar las letras fue llorar la estupidísima medalla que ha recibido Milei de manos de Ayuso, cosa concreta y que ya ha ocurrido, como sabemos. Estúpida la medalla y meritorios al efecto Milei y Ayuso. Sé que Puente, el de las sustancias que toman otros, el del saco de mierda y el de los trenes (cada vez menos, cada vez peores, cada vez más fallones; sí, el de los follones), empezó la riña de patio del colegio; que la siguió el bravucón porteño; que respondió el presidente de todas y todos, ofendido, con el arma proporcional de nuestras relaciones internacionales, que caben, como casi todo lo suyo (en verdad, nuestro), en los caracteres anodinos de un tuit, no sé cómo X se dice ahora; y que la afición se levanta y hace la ola, a unos y otros. Los unos porque Milei es un facha irredento que, al meterse con Begoña, hace avanzar la ultraderecha vírica en los cimientos de nuestra democracia (resiliente, visionaria, progresista), lo que no se puede permitir. Los otros porque los enemigos de mi enemigo son mis besties, y es oportuno zurrarle al presidente, por mucho que lo merezca como éste, desde una comunidad referente sin importar qué alimentamos con eso (básicamente, fachas irredentos). En efecto, esa afición es incluso peor que los jugadores: hooliganismo salchichero de manual, argumentario y oportunismo. En efecto, aquel patio de colegio es una caca muy gorda. Busco otras aficiones por salud mental y limpieza higiénica.
Así las cosas, mejor aquí, aunque cuando escribo no sepa si es cosa concreta que ya haya ocurrido, porque para el cierre del diario debo haber mandado esto para que hoy pueda leerse. Así que he de suponer que el domingo, rozando la medianoche mágica, miles de cordobeses estaban contentos porque el equipo de la ciudad ha subido a segunda desde el pozo de la federación. Igual que el Málaga hizo el sábado, agónico y emocionante, el Córdoba habrá triunfado y con él parecerá que nosotros. Si no ha sido así, esto será un pronóstico osado por temprano, equivocado por imprudente, e incómodo de resaca amarga.
¿Ven lo que cuesta? Intento local y se me va la pelota. Me centro al cierre: chapoteo feliz fuera del lodazal guarro, idiota y pertinaz; que el equipo suba lo coloca más cerca de la afición, siempre de primera. ¡Ea!
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