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LA decisión de la Asociación de Vecinos Torre de la Malmuerta de reclamar la declaración de Bien de Interés Cultural de la parte del antiguo convento mercedario que fue restaurada/reinterpretada hace casi cuatro décadas por Rafael de La-Hoz Arderius es acertada. Que un colectivo vecinal se preocupe de estos detalles es algo digno de alabar, como ya ocurrió cuando intentaron que el solar anexo a la Diputación conservase su histórico uso como zona verde. La protección de la obra de De La-Hoz en la sede de la Diputación no es ninguna tontería. Desde que este gran arquitecto interviniera en el edificio, su obra se ha ido desvirtuando, sobre todo en las dos últimas décadas, hasta el punto de correr el riesgo de perderse. Se pueden pasar muchas horas al día entre cuatro paredes y no enterarse en absoluto del espíritu que encierra. Ése fue el secreto de De La-Hoz y que hay que proteger a toda costa.
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