Ahora ya sí que sí, ya sí que estamos en campaña electoral. Ya hemos visto la cola y las escobas, la pegada de carteles, las fotos sonrientes, los reels, las stories ig, pulgares arriba y toda la energía. Tras el atril y ante los medios, lo predecible, todos dicen esperar unos resultados acordes a la valía que se auto adjudican.

Hace muchos años, cuando los españoles aún percibían las jornadas electorales como un regalo que tanto costó conseguir o un logro del que, en cualquier momento, algo o alguien aún podía privarnos, acudir a un mitin de un partido era un momento importante durante la campaña electoral. Ese día, el líder se hacía presente, se veía mucho "camarada" y había una autoafirmación en comunión con quienes pensaban parecido y tenían una gesta común. Ambiente entusiasta, jaleo, la entonación mitinera y aplausos.

Por fortuna, hoy no percibimos -por más amenazas que puedan existir- la democracia como algo en riesgo, y poco a poco los mítines han ido convirtiéndose en actos rutinarios, sin mucho sentido y con asistencia escueta de afiliados y militantes disponibles. Las redes sociales los han rematado y hoy es más eficaz un buen tuit, un vídeo reenviado a los chats de las madres del colegio o del fútbol de los niños, que grandes discursos de extraordinario nivel intelectual y magistral oratoria. Ahora existen otros códigos de comunicación y de percepción. Aún así, sigue habiendo mítines.

Reinventarlos, tunearlos, darles formato y contenido acorde con los tiempos y con lo que se puede esperar de estos actos, es un reto para los que hoy se postulan. Tarea nada fácil. El candidato será consciente de que el jaleo sin fondo es una configuración desperdiciada, aglutinar más allá de militancia, el acierto. Congregar a afines, ajenos y dispares, será lo que sume.

Esta semana, junto a alguien con quien de niña coincidí en muchos de aquellos actos de antaño, mítines de otros colores, nos encontramos en un evento así. El prota, un amigo. Allí, ambas, cruzamos miradas cómplices, que nos llevaron a elegir en Spotify para la vuelta a casa, Burning y su ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como este?

Desmenuzando el acto y el tono, el fondo y la forma, concluimos que más allá de la crítica fácil al político y la clase política, hay veces que va de personas. De aprecio a quien opta por arriesgar, de valientes que se exponen. De buscar nuevas formas para un nuevo tiempo. Desde la disparidad, el respeto y el cariño ¡Buena campaña!

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