La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Tiempos de supervivientes

Todo cambia tanto en tan poco tiempo que cuesta trabajo imaginar a Rajoy en el panorama político actual

Ninguna encuesta aprecia síntomas de vida en Ciudadanos con motivo de las elecciones madrileñas. En el mejor de los casos, que de momento nadie contempla, la cosa iría de batacazo. El partido naranja seguirá pagando el precio del personalismo y de los bandazos. El gondolero Edmundo caerá en una guerra inútil, aunque seguirá teniendo el acta de diputado en el Congreso. ¡Eso se llama confianza en las opciones del partido y compromiso con los madrileños! La naranja está en un notorio proceso de descomposición desde las mociones de Murcia y los coqueteos de doña Inés con el Gobierno de Sánchez e Iglesias. Arrimadas se arrepentirá de por vida de aquellas acciones. España retorna al bipartidismo si se tiene en cuenta el desinfle de Podemos, el partido sembrador del odio, víctima también del personalismo con vocación cesarista de su fundador, que lo mismo dice que hay que normalizar los insultos, boicotea intervenciones en la Universidad y elogia los escraches, que exhibe una piel muy fina ante amenazas que sufren con frecuencia muchos de los que tienen una actividad pública. Difícil eso de ser pirómano, bombero y víctima de las llamas al mismo y en diferentes tiempos. Los españoles son mucho más permisivos, tolerantes y hasta misericordiosos con los grandes partidos que con los nuevos, a los que difícilmente se les perdonan los errores. Tome nota Vox para el futuro, pues ponerlo todo en la casilla de Abascal, máxime en una formación sin estructuras regionales con el claro objetivo de evitar las baronías, puede tener sus riesgos, vistos los casos de Rivera e Iglesias. Malos, muy malos tiempos para los egos en la política de hoy. Tienen la fuerza caduca de una gaseosa en una sociedad que consume líderes como películas de Netflix. Quizás por eso un liderazgo templado y perseverante como el de Casado no sea precisamente negativo. En la política de hoy los peces grandes ya no se comen siempre al chico. Ganan los que simplemente sobreviven y aguantan las marejadas. Los carismas de hoy duran poco. No son los tiempos de Felipe. La política actual no tiene sitio para un tipo como Gabilondo, que procede del mundo intelectual de la Universidad y que ha caído hasta en el ridículo en la presente campaña. Ni siquiera tendría hoy hueco un tipo gris como Rajoy. Todo ha cambiado tanto en dos años que los perfiles que ocupen el protagonismo en adelante serán los que sepan controlar su ego, contar sin complejos con personajes de solvencia contrastada aunque brillen más que ellos. Los tiempos actuales son para los supervivientes, como en su día lo fueron para tecnócratas, románticos o amantes del pelotazo.

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