En el tejado

F.J. Cantador

fcantador@eldiadecordoba.com

Sintiéndolo Mucho, Joaquín

Siempre he querido envejecer sin dignidad / Aunque al fusil ya no le quede ni un cartucho / Si el corazón no rima con la realidad / Quemo mis naves sintiéndolo mucho. Bonita manera de terminar el epílogo que le has puesto a tu vida en forma de canción, amigo Joaquín. Una canción que es la banda sonora de ese tu retrato sin bombín, en forma de documental hecho a muy pocos centímetros de tu piel, con nocturnidad y alevosía, por tu amigo el cineasta Fernando León de Aranoa, que te retrata en lo cotidiano y en lo inesperado, en la risa y en el drama, dibujando 13 años de tu vida. Ese documental cuenta que ya apuraste esos 19 días y 500 noches de resaca vital, en la que no te sumergió ese aleatorio percance en el que aseguras que no pasaba de los 20 el mayor de los tres chicos que fueron a atracarte el mes pasado, sino que esa ya ex resaca fue otro fruto de aquellas negras noches que quemabas como si fueras el mayor de los conductores suicidas, negras noches que suelen acabar en aquel hotel, dulce hotel, en el que ingresan quienes llevan una existencia funambulista.

Cuenta que has salido ya de tu hibernación musical tras haber llegado con tu amigo Satán a un pacto entre caballeros para que a tus 40 y muchos -que dices que tienes-, tan joven y tan viejo (like a rolling stone), no llueva sobre mojado en tu vida y, como Lázaro, resucites en salud hasta reescribir la canción más hermosa del mundo. Asegura que vuelves a estar como loco por incordiar como tú sabes, cantando en los escenarios mentiras piadosas, y pidiéndonos aquello de "ocupen su localidad", esta vez sin tu primo El Nano, al que todos llaman Joan Manuel Serrat. Y afirma que te han visto caminar antes de que os dieran las diez por el Bulevar de los sueños rotos perseguido por una Barbi Superstar a la que insistías que "ahora es demasiado tarde, princesa".

Cuenta que vuelves más orgulloso que nunca portando bombín en alto mientras entre calada y calada a un último e infinito cigarro exclamas un "ay Carmela, ay Rocío" con la mente puesta en tus dos hijas, para cada una de las cuales siempre tienes preparado un "y sin embargo te quiero" o un "así estoy yo sin ti", y a las que les recomiendas "vámonos pal Sur", tu Sur, pongamos que hablo de tu Úbeda, pongamos que hablo de tu Atleti de Madrid. Y cuenta que vas diciendo por ahí que no quieres ser el Dylan español, que sólo eres Sabina, el que tenía que tener cuidado con la Josefina; que no eres ese crápula que dicen; en fin, que no te cuenten más una de romanos, que no se les ocurra robarte el mes de abril, que vuelves con la frente marchita, pero que vuelves de purísima y oro con un par. Cuenta y cuenta tantas cosas que a ti te ha dado ahora por responder a todas ellas con un "lo niego todo, hasta la verdad".

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