Señor Don... ¿correcto?

"Aplicado a uno mismo, parecería suponer cierto grado de engreimiento. En consecuencia, se tiende a prescindir de tal tratamiento"

Da la impresión de que vivimos una época de auténtica revolución literaria, a juzgar por la proliferación de… ocurrencias expresivas de calado como las que distinguen entre jóvenes y jóvenes, miembros y miembras, portavoces y portavozas, pacientes y pacientas… Incluso no ha faltado quien -seguramente con tanto humor como acierto- no ha reparado en proponer la diferenciación de género, distinguiendo entre "cargos públicos" y "cargas públicas". Aunque no podamos compartir esta última ocurrencia disyuntiva. Por entender que los… "cargos públicos" son, también, "cargas públicas"… sin paliativos. En todo caso, resulta una obviedad el hecho de que las susodichas locuciones están haciendo correr ríos de tinta… de todos los colores. Ouséase: las originales "distinciones" referidas -y otras- parecen haber devenido en el "ombligo del mundo", a juzgar por el interés de que están siendo objeto.

Obviamente, no podemos compartir el dicho… interés. Dicho en román paladino: los cambios expresivos que se propugnan nos parece que no son otra cosa que meras… chorradas. Por innecesarios (nos entendemos bien sin dichos cambios), por contrarios a las reglas de la lingüística y porque se efectúan en detrimento de otros vocablos que -desde mucho tiempo ha- se vienen utilizando incorrectamente y que, por ello, claman al cielo por rectificación. Ejemplos:

"Señor", "don" y similares: Ocurre con frecuencia que estos términos son aplicados a uno mismo con mucha frecuencia. Así, no falta quien se presente -a sí mismo- como don F. de T. tampoco faltan modelos de escritos en los que, quien los firma, los inicia de la siguiente guisa: "Don F. de T., Procurador, abogado….".

Los términos "señor", "don", "señora", "doña" y otro semejantes son apelativos de… tratamiento. Pero el… "tratamiento" sólo es susceptible de ser aplicado" a otro u otros. Sólo a otro u otros. Pero no podemos "tratarnos" a nosotros mismos. En consecuencia, podemos hacer uso de esos términos de tratamiento para relacionarnos o dirigirnos a los demás.

-Y, ¿qué ocurre cuando nos auto atribuimos la condición de "señor", "don" y similares? En el decir de la autoridad académica, "… no deja de ser un tratamiento de respeto que, aplicado a uno mismo, parecería suponer cierto grado de engreimiento. En consecuencia, se tiende a prescindir de tal tratamiento". Dicho queda.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios