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En su comunicado de rechazo a la ley de la eutanasia el arzobispo de Sevilla hace una fundamental matización: "Es importante clarificar que existen cuidados que no interfieren en el discurrir natural de la evolución de la enfermedad, como la sedación paliativa, la adecuación de las medidas diagnósticas y terapéuticas y los tratamientos para el dolor. Lo mismo ocurre con la no aplicación de medidas desproporcionadas. Ninguna de estas medidas es equiparable con la eutanasia, cuyo fin es acabar con la vida". Sobrado de razón está. Lo más hiriente de esta ley es que nuestro país es escandalosamente deficitario en cuidados paliativos hospitalarios -y aún mucho más en los domiciliarios- por lo que no se les garantiza a los enfermos terminales la posibilidad de fallecer sin dolor que la medicina ofrece. Si la opción es morir entre atroces sufrimientos o pedir la muerte está claro que todos optaremos por lo segundo. Hasta los torturadores ofrecen a sus víctimas poner fin a su sufrimiento con la muerte a cambio de su delación.
He comenzado citando las palabras del arzobispo de Sevilla, pero esta cuestión, como la del aborto libre sin causa terapéutica, no afecta sólo a los creyentes. También a una ética elemental. Incluso los más fervientes defensores de la ley de la eutanasia estarán de acuerdo en que sólo se puede establecer un debate responsable sobre ella si la universalidad del acceso a los cuidados paliativos hospitalarios y domiciliarios está garantizada. De no ser así, y es nuestro caso, se trata a los ciudadanos como a las bestias que se sacrifican para que no sufran.
El doctor Fernando Gamboa, presidente de la Sociedad Andaluza de Cuidados Paliativos, dijo cuando se debatía la ley: "Evitar la obstinación terapéutica, limitar o adecuar las medidas a la situación del paciente, aplicar cuidados paliativos o sedar si está indicado, no es practicar la eutanasia… La población solicita no sufrir, evitar la muerte con sufrimiento y con medidas desproporcionadas, pero eso no es eutanasia. Atender a alguien con una atención clínica centrada en la persona, ofreciendo los tratamientos y cuidados que necesita, es hacer buena práctica clínica… Lamentablemente las últimas proposiciones de ley presentadas al Parlamento de España plantean la eutanasia como un derecho de los individuos". Pues ya lo es. Dar muerte ha vuelto a entrar en nuestro ordenamiento legal.
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