Crónica Personal

El SMI y otras trifulcas

Iglesias no propone iniciativas, las exige. Lo que provoca tensiones que se vienen contando desde hace meses

Lo cuenta algún que otro ministro al que se le nota en el gesto, y sobre todo en el tono, la decepción y la necesidad de desahogo. Ni una palabra contra el presidente, así que niegan que sea Pablo Iglesias el que lleve la voz cantante en el Gobierno. Admiten, sin embargo, que hay tensiones en el Gobierno porque el vicepresidente segundo y su grupo de ministros presentan una y otra vez proyectos de fuerte carga social que callan las voces de los votantes a los que no gusta un pelo la transformación ideológica y sobre todo personal de Iglesias y Montero -ay, Galapagar; ay la colocación de parejas y amigos con magníficos salarios-, pero que en la mayoría de los casos son de imposible cumplimiento. Imposible cumplimiento porque las arcas del Estado están temblando, y además no hay gran empresa, mediana o pequeña, que no esté sufriendo las consecuencias de la crisis y no saben si sobrevivirán. Si el Gobierno se somete a las exigencias de Pablo Iglesias, no tienen ninguna posibilidad de salir adelante. O de reabrir, aunque son cada vez menos las acarician esa idea: los hechos son tozudos y no ven síntomas de recuperación.

Iglesias no propone iniciativas, las exige. Lo que provoca tensiones que se vienen contando desde hace meses. En el entorno de Calviño explican que les gustaría incrementar el SMI, pero hoy por hoy es inviable porque las cifras de empleo quedarían temblando. Cuando la ministra de Trabajo afirma que maneja informes que aseguran lo contrario, dicen que quieren ver esos informes; porque es cierto que a mayor salario más consumo, pero en estos momentos de crisis por la pandemia, con centenares de miles de negocios cerrados y millones de familias dependiendo de eres y ertes que no son eternos y ni alcanzan parasubsistir, no hay empresa que se plantee la reapertura si se incrementa el SMI.

El diálogo social existe, pero cosa distinta es que se concrete en acuerdos entre Gobierno, sindicatos y empresarios. Ha ocurrido en multitud de ocasiones a lo largo de los años, pero no con una pandemia que ha llevado a una crisis sin precedentes y con un gobierno que no defiende un proyecto que respalde unánimemente el Eejecutivo. Las diferencias no sólo existen entre miembros de Podemos y socialistas, sino que empiezan a advertirse brechas en la unidad de los ministros socialistas.

Brechas que han coincidido con la percepción de que Iglesias impone su criterio más de lo deseable porque para Sánchez es prioritaria la estabilidad del Gobierno por encima de cualquier otro objetivo. Y algunos ministros que sólo aspiran a no perder el cargo, se ponen de perfil.

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