Ojo de pez

Pablo Bujalance

pbujalance@malagahoy.es

Repliegues

Ni uno solo de los rebrotes contados desde la nueva normalidad tiene que ver con museos, cines ni teatros

Tardarán aún en llamarla por su nombre, pero la segunda oleada del coronavirus ya está aquí, y tal vez sea mejor afrontarla ahora que más tarde. Por si acaso, el enjambre de expertos, dentro y fuera de la clase política, no cesa un segundo en su empeño ilustrativo sobre las medidas que habría que adoptar, qué población habría que devolver al confinamiento y qué actividades convendría clausurar, con sus plazos y condiciones bien estipulados. Y resulta llamativa la unanimidad a la hora de señalar cines, teatros y museos como primeros recintos a los que echar el candado; tal unanimidad no necesita expresarse en términos contundentes, ni siquiera a la manera paternalista de la advertencia moral, sencillamente porque se da por ganada de antemano. Los lugares del arte y la cultura son los más prescindibles, los primeros que la mano gestora tacha en la lista, la página apartada en el diario, los caprichos que nadie necesita, los adornos sin los que podemos pasar como especie. Habrá que pensárselo mucho más a la hora de replegar terrazas en este verano agónico, claro, porque ya sabemos qué resortes sostienen nuestra economía, no vamos a ponernos ahora estupendos porque sí. Si de mandar a hacer gárgaras un sector productivo por el bien de todos se trata, ya sabemos dónde están todas las papeletas.

Y sí, claro que nuestra economía, en la misma Andalucía para empezar, depende en grado superlativo de la salud del sector hostelero. Mucho más que de cualquier otro. Y por esto debe ser protegido y dotado de los mayores incentivos, por mucho que apriete la pandemia, dado todo lo que hay en juego. Ahora bien, ese señalamiento espontáneo y acrítico de la cultura como primer objetivo a batir por parte de sectores bien distintos de la opinión pública, así como de la Administración en las comunidades con un mayor índice de contagios, debería servir para una reflexión seria, sobre todo cuando ni uno solo de los rebrotes contados desde la llegada de la nueva normalidad ha tenido que ver con cines, museos ni teatros, consolidados como lugares plenamente seguros. Pareciera que los censores de antaño han encontrado en el coronavirus la excusa perfecta para encontrar consuelo. Pero le convendría a la sociedad española reparar en todo lo que pierde cuando condena a su cultura al ostracismo. Aunque tenga que hacer cuentas a largo plazo.

Es muy fácil admirar a Alemania por su defensa de la cultura como bien imprescindible y dar por bueno el cierre de los teatros aquí a la primera de cambio. Así, que diría el clásico, nos luce el plumero.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios