Alejandro V. García

Relevo

Palabra en el tiempo

10 de marzo 2009 - 01:00

UNA de las grandes lecciones morales que imparte la democracia es la del cambio de poder. La alternancia política es un espectáculo digno de examinarse con la mayor minuciosidad, pues, ya sea para los que entran como para los que salen, constituye un momento sentimental y políticamente extraordinario. Saber entrar y saber irse, aceptar en todo caso las reglas de juego de la mundana vida democrática, sin que rechine ni la apropiación de la victoria ni la asunción de la derrota, es un acontecimiento que retrata la madurez política de los contendientes. No me refiero, por supuesto, a una resistencia contumaz a acatar la voluntad de las urnas, no, sino a la viscosidad de las quejas, a la renuencia un poco tramposa de los periodos sucesorios. Bien es verdad que no es lo mismo abandonar el poder tras un periodo relativamente corto que hacerlo después de uno tan largo que la voluntad renovada de los electores parezca costumbre o razón histórica.

El inminente relevo en el Gobierno de Euskadi está poniendo en evidencia el mal perder del PNV. Tiene razón Patxi López: hay quien confunde el hábito del poder con un tipo de religión o vocación espiritual de los habitantes de un determinado territorio. En Andalucía se corre el mismo riesgo: el de confundir la fidelidad del voto socialista con un dogma inamovible, una especie de maná que consuela todas las travesías de los desiertos.

La entrevista que publicó ayer el diario El Mundo con el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, constituye un ejemplo de ese tipo de reacciones petardistas y sin sentido que produce la cercanía del fin de los ciclos de poder. ¡Curiosos las dos columnas que sustentan las suspicacias de los nacionalistas! Por un lado, Urkullu sostiene que el PSE se dispone a traicionar a sus electores pues, a cambio de los votos del PP en la investidura, los socialistas "cegados por el deslumbramiento del señuelo de llegar a Ajuria Enea, cederán al PP el timón del Gobierno en Euskadi". Pero al mismo tiempo que el PSE entromete a la derecha en el Gobierno del País Vasco asegura que "ya hay rumores circulando de que los socialistas están intentado volver a recomponer puentes en la antigua Batasuna". ¿Para qué Batasuna? La respuesta se presume: para abrirle el paso hacia otra cuota de poder. Es decir, si López es lehendakari ganarán los nacionales y los ultra nacionalistas. ¡Qué lío! ¡Y menos mal que el PSE ha logrado el famoso escaño 25 que disputaba al partido de Rosa Díez! En otro caso, Urkullu habría tenido que dispensarle alguna cuota de poder al más conservador aún UPyD.

Batasuna, los rumores, el PP y las capitulaciones. Un cóctel imposible elaborado con la expresa intención de hacer llevadero el mal trago de perder. Qué ridículo.

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