Proletarios o propietarios

Con la llegada del populismo al poder han cambiado el objetivo: más proletarios y menos propietarios

Al hablar de viviendas, como hace Pedro Sánchez, no se puede olvidar que la mayor parte de los barrios con viviendas sociales que existen en España fueron construidos en el franquismo. ¡Ojo! Con eso no se trata de justificar la dictadura. Pero es obvio que el franquismo procuró medidas sociales apaciguadoras para las clases medias y bajas. Entre ellas, estuvieron la mejoría de la sanidad, la educación y la vivienda pública. Ramón Tamames, en Introducción a la economía española (edición de 1974), destaca que en España había entre 25.000 y 30.000 empresas de construcción (la mayoría pequeñas), que recibían créditos del Estado a bajo interés, mediante tres bancos públicos (Construcción, Hipotecario y Crédito Industrial). El 1 de mayo de 1959, José Luis Arrese, ministro de Vivienda, había expuesto su proyecto con una lapidaria frase: "No queremos una España de proletarios, sino de propietarios".

El régimen de Franco aprobó el Plan de la Vivienda de 1961 a 1976, con el objetivo de construir cuatro millones de pisos en aquellos años. El Instituto Nacional de la Vivienda había sido creado en 1939, a los pocos días de terminar la guerra civil. Hasta los años 50 fueron construidas medio millón de viviendas, muchas a través de la Dirección de Regiones Devastadas. El Ministerio fue creado en 1957 y duró hasta 1977, con Adolfo Suárez ya en el poder. Entre los ministros de Vivienda, destacaron Arrese, Martínez Sánchez-Arjona y Utrera Molina. Como recordé el pasado domingo, las viviendas familiares en España pasaron de 7,7 millones en 1960 a 10,6 millones en 1970 y a 14,7 millones en 1980.

Miles de personas pasaron de vivir en corrales de vecinos a tener su pisito familiar en barrios y polígonos. Muchos pisos eran de baja calidad, y en las barriadas había notables deficiencias. Pero los españoles se situaron entre los 10 países con más propietarios de viviendas del mundo. La medida benefició a las familias, a la natalidad y a la Seguridad Social. También mantuvo el mercado inmobiliario en términos razonables, al existir una competencia barata.

Las viviendas sociales con el PSOE fueron a menos; y subieron el precio del alquiler con el decreto de Boyer de 1985. Pero la gente pedía hipotecas baratas para comprar pisos. Con la llegada del populismo al poder, han cambiado el objetivo: más proletarios y menos propietarios. Eliminar a la clase media, para que los españoles sean más pobres y dependan de los gobernantes.

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