Plagas

¿Por qué los podemitas tienen esa obsesión malsana por legislarlo todo, reglamentarlo todo, vigilarlo todo?

Estos días, después de la entrada en vigor de la nueva Ley de Bienestar Animal, se ha llegado a decir que matar una rata -animal vertebrado, según nos enseñaban en el colegio- podía tener una multa de 50.000 euros y una condena penal de 18 meses de prisión. El revuelo ha sido enorme, claro está. Algunos juristas se han apresurado a tranquilizarnos, con el argumento de que "ellos" nunca procesarían a nadie por matar a una rata que entrase en su casa. Pero el caso es que la ley plantea el problema de las plagas de una forma muy ambigua. Por lo que he leído -soy así de masoquista-, en ningún caso se puede matar a un animal vertebrado, por dañino o peligroso que sea, aunque en determinados casos se puede aplicar una eximente basada en una normativa de salubridad. Bien, vale, podemos matar a la rata que se cuele en casa (el otro día, por cierto, me crucé con una especie de Schwarzenegger ratonil paseando junto al río), pero la laguna legal está ahí y es lógico que cree preocupación entre la gente. Por supuesto que no habrá muchos imputados por matar ratas invasoras -esperemos-, pero uno se pregunta cómo es posible que los redactores de la ley no hayan caído en la cuenta de estos disparates.

¿Por qué los podemitas tienen esa obsesión malsana por legislarlo todo, reglamentarlo todo, vigilarlo todo? Todas sus leyes van acompañadas por un aparato legal que introduce multas, condenas, amenazas y una tupida red de posibles vigilantes y delatores. Me temo que es el modelo "indepe" de Cataluña, donde te vigilan por el letrero de tu comercio, por la lengua que hablan tus hijos en el patio del colegio o por la lengua que usas en el hospital o en la facultad. Es la obsesión totalitaria de vigilar y de convertir a todos los ciudadanos en posibles delatores y en posibles acusados. Por desgracia, nadie habla de estas cosas, pero la democracia liberal no sólo está amenazada por la extrema derecha -según el temible modelo trumpiano-, sino por la extrema izquierda colectivista que se justifica con la supuesta defensa de las minorías. Las leyes Trans también llevan aparejadas severas condenas para quien defienda las verdades de la biología frente a los delirios de la "autodeterminación de género". Y sí, sí, amigos, poco a poco la policía política más peligrosa -porque ni siquiera sabemos que existe- se va instalando en nuestras vidas.

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